De cupidos, momias y elfos vendedores

comprasnavideñasPor: Arturo Cuevas

Si, fui presa fácil al igual que muchos mexicanos. Inocente de mí que creí que podría superarlo yo mismo, que a mí no me pasaría.

Caí en la tentación de las compras del “Buen Fin”, al principio evité a toda costa cualquier centro comercial, incluso cualquier tienda que con sus demoníacas ofertas me llevara a pensar que podría necesitar algo que en realidad no quiero y no necesito. Fue inevitable, no puedo ser un ermitaño, así que decidí salir pensando que eso a mí no me pasaría, que yo podría controlarlo. No fue así.

Durante el año, hay diferentes personajes que se ponen una engañosa piel de cordero y nos hacen creer, a través de diversas emociones (generalmente en medios digitales y medios masivos de comunicación) que debemos comprar ciertos productos. Por ejemplo, tenemos al malvado gordito, caucásico, de lentes y traje rojo; ése que usa botas negras y un gorro con borla blanca y ríe Ho! Ho! Ho! (al menos eso dicen) mientras apura a sus renos a halar de su trineo.

Ése Mr. Claus, cada vez llega mas pronto, ahora se aparece apenas se van las momias, brujas y vampiros; en los supermercados, en las tiendas departamentales primero. Después en los anuncios de televisión, radio e impresos, ¡Hasta en los correos electrónicos! (que invasión a la privacidad).  Siempre riendo y con frío nos recuerda con su costal lleno de cajas envueltas para regalo, la emoción que sentirá ése pequeño cuando abra la caja que esta al pié del árbol y encuentre su juguete favorito (casualmente el de moda y el mas demandado) o el momento inolvidable que vivirá la familia cuando por sorpresa el abuelo abra la caja que le entrega el nieto mas pequeño.

Todas esas representaciones del Señor Claus nos dicen lo mismo, si quieres a tu familia, regálale algo esta navidad.

Pero, ¿Quien es el malvado detrás de ello? En definitiva no son los cupidos, ni las momias ni los elfos vendedores. En realidad no los hay. Los mercadólogos le llamamos demanda estacional, es decir –en palabras llanas- la demanda de ciertos productos en alguna época del año.  Y por ello tenemos Cupidos tirando flechas en febrero, mamás felices con licuadoras nuevas en mayo, papás con pantallas nuevas en junio, bigotes y tequila en septiembre y un largo etcétera. Así que si existiera un culpable deberíamos decir que somos nosotros los que compramos. Y ahora con la versión mexicana del “Black friday”, es decir del “Buen Fin” tenemos un pretexto más para gastar dinero.

Las empresas quieren que compremos y los mercadólogos saben que compramos por emociones como(me reconozco uno de ellos): miedo, amor, orgullo, culpa y codicia. Así que como clientes, estamos invadidos de mensajes que nos llevan a tener emociones que se sienten reforzadas por la compra de algún artículo, por ejemplo: Siento que quiero mas a mi hijo si le compro el cereal adicionado con “forticalcio y crecizinc” (elementos que por supuesto no existen en la tabla periódica de los elementos químicos).
Pero siendo honesto, ¿a quien no le gusta abrir un regalo en la mañana de navidad?, con todo lo anterior quiero decir solamente: hagamos compras menos emocionales y mas inteligentes. Para lo cual, haz estas tres preguntas antes de poner esa consola de videojuegos en tu carrito de compras (por obvias que parezcan no solemos hacerlas):

1.- Éste artículo, ¿lo quiero? (yo o quien se lo voy a regalar).
2.- Éste artículo. ¿lo necesito? (yo o quien se lo voy a regalar).
3.- Éste artículo. ¿lo puedo pagar? (no me refiero a meses “sin intereses”).

Con las herramientas de comunicación de hoy en día nos podemos volver expertos en 2 horas o menos, casi en cualquier producto. Compara precio, calidad y características; pregunta en diferentes foros y redes sociales sobre marcas, modelos y experiencia de compra.

Así que ahora que se avecina la época del año donde por un lado hay mas liquidez (los afortunados que tienen aguinaldo) y por otro ganas de gastar, decide en función de costo beneficio y no solo con emoción.

Desde ahora, compara precios y piensa el mejor modo de gastar (y solamente si es necesario). Siempre son maravillosos los intercambios de “regalos hechos no comprados”.
Y así no sentiremos que ese “Gordito de rojo” va por el horizonte riéndose de nosotros: Ho, ho, ho…