Nunca en los últimos tiempos, 15 días escasos después de iniciada la nueva administración sexenal, y 14 desde la firma del Pacto por México, las diferencias y abierta confrontación entre legisladores panistas y su dirigencia nacional a causa del entreguismo de Gustavo E. Madero al gobierno priista —"a cambio de nada: sin ganancias concretas que eleven nuestro nivel competitivo de cara a próximas elecciones…"— fueron más evidentes que hoy.
Y esto no sólo por la supuesta o real cesión de "toda la agenda legislativa" a la administración entrante, sino, más aún, por la cada vez más notable incorporación, a nivel de asesores y operadores del chihuahuense, de dos ex funcionarios que, dicen, entregaron las peores cuentas en su momento: Santiago Creel, en lo que al otorgamiento de permisos para la apertura de casas de apuestas se refiere, y Juan Molinar Horcasitas, por (en sus palabras otra vez) la parálisis del sector telecomunicaciones y la crisis derivada del incendio de la guardería ABC en Sonora.
En los últimos días, efectivamente, tales conductas y la aparición de los personajes citados colocó en riesgo de colapso la relación entre la dirigencia y su bancada en ambas cámaras. Tan crispados están los ánimos, que apenas el jueves, según las mismas fuentes, el ex titular del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y de Comunicaciones y Transportes, Molinar, habría estado a punto de liarse a golpes con el poblano Javier Lozano, amén que un encuentro del grupo senatorial con Madero fue pospuesto para esta semana.
Ni diputados ni senadores, pues, parecen dispuestos a aceptar que los citados pretendan tirar(les) línea en asuntos de su competencia… ni ellos ni, menos, personajes que les asesoran, cual es el caso de Peter Bauer, cuya cercanía en la periferia de autoridades del sector telecomunicaciones ha generado múltiples cuestionamientos.
Tan descompuesta está la situación, insistamos, que en el Senado, al menos, constituyen mayoría quienes, entre los azules, han dejado ver que, al margen de lo que piense su dirigencia, no tienen urgencia en aprobar una propuesta de reforma educativa —que el martes será votada en el pleno de la cámara baja— sin entender los alcances de la misma o, por ejemplo, de los supuestos arreglos que, afirman, existen ya entre el gobierno y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) de Elba Esther Gordillo sobre la misma.
Y mientras ello ocurre, los primeros niveles del priismo y algunos incluso del nuevo gobierno, literalmente se dan vuelo cuestionando (de manera impune) el quehacer y logros de las dos últimas administraciones panistas…
