Homenaje a Carlos Abascal

José Luis Luege (yoinfluyo,com)

Agradezco este espacio para recordar a un gran mexicano. Este día se cumplen seis años de la muerte de Carlos María Abascal Carranza, quien nació en la Ciudad de México el 14 de junio de 1949 y estudió en la Escuela Libre de Derecho.

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Carlos fue siempre un hombre de trabajo; desde muy joven se incorporó como obrero en la editorial JUS, de su padre Salvador Abascal Infante, y más tarde ingresó como mensajero en la Afianzadora Insurgentes, donde se retiró 30 años después como director general.

Además de cumplir a cabalidad sus funciones como director de Afianzadora Insurgentes, sus inquietudes sociales y políticas lo llevaron a ejercer cargos muy importantes como presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX), donde logró la firma de un importante acuerdo con la Confederación de Trabajadores de México (CTM): “Hacia una nueva cultura laboral”.

Fue presidente de la Fundación Nacional para el Desarrollo Sustentable y organizó movimientos ciudadanos independientes como VERTEBRA, que buscaba motivar la partición ciudadana en beneficio del país.

Carlos fue un católico comprometido en obras de apostolado, apoyando a la Iglesia en todo lo que podía; siempre afirmó que la fe no es un asunto privado sino personal y que un político no debe ocultar sus creencias; por el contrario, debe apoyarse en la congruencia de vida para ser un mejor servidor público.

Convencido de la necesidad de una mejor formación de los católicos en Doctrina Social, participó como vicepresidente del Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (Imdosoc).

En el año 2000 apoyó la campaña de Vicente Fox y en el periodo de transición fue responsable de la plataforma laboral para el Programa de Gobierno. También estuvo muy cerca de las discusiones para la creación de la Secretaría de la Función Pública y del Instituto Federal de Acceso a la Información y la Transparencia (IFAI), convencido de que uno de los aspectos más importantes en la transición democrática, no era sólo la alternancia en la Presidencia, sino principalmente el combate frontal y sin descanso a la corrupción y la absoluta transparencia en la administración pública.

El presidente Vicente Fox lo nombró secretario del Trabajo, cargo que desempeñó con pasión y entrega absoluta. Marcó una nueva etapa en las relaciones laborales con todas las organizaciones sindicales, prevaleciendo siempre la prudencia y el diálogo; durante su administración no hubo huelgas ni conflictos graves y, por el contrario, mejoraron los ingresos de los trabajadores y la productividad de las empresas. En la etapa final del sexenio fue nombrado secretario de Gobernación, donde inmediatamente le imprimió ese carácter particular de dedicación absoluta.

Conflictos muy serios, como por ejemplo los de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación en Oaxaca, fueron atendidos y resueltos sin enfrentamientos graves; también supo conducir el conflicto poselectoral en 2006.

Al poco tiempo del cambio de administración, se hizo público que Carlos estaba gravemente enfermo. El cáncer que padecía lo obligó a tratamientos e intervenciones muy dolorosas por casi dos años; sin embargo, nunca dejó de luchar y trabajar. Aceptó la dirección de la Fundación Rafael Preciado del Partido Acción Nacional y también de la Secretaría de Formación por la importancia que siempre le dio a la preparación política y social de los jóvenes.

Ya muy avanzada su enfermedad y después de varias operaciones infructuosas, a tan sólo seis días antes de morir, Carlos sustentó la tesis sobre la congruencia entre moral y política con la que obtuvo el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Anáhuac.

Carlos María Abascal fue un hombre congruente con su pensamiento y acción hasta el último instante de su vida. Por eso insistía que México necesitaba urgentemente de políticos honestos y congruentes, que entendieran que la política es servicio y que el servicio requiere, ante todo, honestidad y entrega absolutas. Aborreció la corrupción y la consideraba el mayor mal de México. La corrupción –decía– ha frenado el desarrollo, la educación y el avance del país; es la culpable de la inseguridad y de los malos gobiernos. Siempre la combatió y denunció; nunca permitió ni solapó acciones indebidas en su equipo de trabajo. Fue un político que vivió honestamente con el fruto de su esfuerzo, no se enriqueció ni adquirió propiedades ni nada de lo que hoy es tan cotidiano entre tantos políticos ineptos y corruptos. Insistió siempre en la lealtad a los principios y a la alta responsabilidad de la política.  Carlos, cuánto te necesitamos hoy.