La Secretaría de la Función Pública nunca ha cumplido su cometido

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Bernardo Ardavín Migoni (yoinfluyo.com)

La realidad es que esa Secretaría de la Función Pública y las leyes que la han regido, jamás han servido para descubrir y castigar a los grandes corruptos que han malversado los recursos públicos, de manera cínica e impune.

En tiempos del Presidente Vicente Fox, se decía que no había conseguido pescar, ya no digamos uno de los tiburones cuya presencia entre nosotros era evidente, sino siquiera humildes charales.

Como es tradicional en México, esa Secretaría únicamente servía para estorbar la operación de las dependencias públicas, con inspectores a veces impertinentes y frecuentemente ignorantes de la materia que vigilaban, y eventualmente para castigar, no a los corruptos, sino a quienes rompían con las reglas del sistema, como una suerte de represalia.

El PRI está obligado a combatir la corrupción sistémica que, en buena medida, ha prohijado

El PRI ha vuelto al poder como el “nuevo PRI”, liderado por Enrique Peña Nieto y su equipo. Los que sabían gobernar, resulta que no habían tenido experiencia a nivel nacional y, además, se han encontrado con el Frankenstein de la corrupción sistémica creado durante lustros por sus antecesores, con las amarras quitadas por los responsables de la alternancia que se vieron rebasados y, en la práctica, impedidos para poderlo controlar eficazmente. Los panistas ni siquiera intentaron combatir a fondo ese cáncer.

Así como el PRI comenzó con el proceso de la Transición al ver que no podía seguir adelante sin cambios profundos, ahora debe poner un dique a la corrupción, incluyendo sus propias filas, si quiere seguir conservando el poder por la vía democrática.

¿Qué debemos hacer?

No podemos pretender que el “nuevo PRI” y los políticos actuales construyan una guillotina para colocar su digna testa bajo la cuchilla. Pero necesitamos exigirles que combinen una buena dosis de patriotismo con sus intereses, que diseñen las reglas, las leyes y las instituciones para que, en adelante, en el futuro, los que lleguen a ocupar puestos públicos no puedan abusar, como lo han hecho en el pasado y en el presente, sino que tengan que dar cuentas, de acuerdo con la ley, con una verdadera transparencia, de su gestión, evitando así un deterioro mayor del país por la corrupción y la impunidad que prevalecen en nuestro medio político, pudriéndolo todo.