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Apuntes sobre el caso Aristegui

aristegui3Armando Román Zozaya (Excélsior)

La salida de la periodista Carmen Aristegui de MVS ha sido interpretada por muchos como un ataque a la libertad de expresión, tanto de la propia Aristegui como del resto de los ciudadanos. Asimismo, hay quienes creen que el cese de Carmen Aristegui, periodista supuestamente “independiente” y a quien se le atribuye siempre cuestionar al “poder”, responde a una maniobra del presidente Peña Nieto.

Si usted, amigo lector, me hace el honor de leerme regularmente, estará al tanto de que, en este espacio, me he expresado críticamente con relación a Marcelo Ebrard, Felipe Calderón, Andrés Manuel López Obrador, Miguel Ángel Mancera y, por supuesto, Enrique Peña Nieto. También he cuestionado a muchos otros políticos.

Espero, entonces, que lo que diré a continuación no sea interpretado como una incondicional defensa del Presidente de la República: no estoy de acuerdo en que la libertad de expresión de Aristegui haya sido violentada, creo que en México sí hay libertad de expresión, no pienso que la periodista en cuestión sea “independiente” y que siempre cuestione al “poder”, y no estoy convencido de que su despido de MVS sea atribuible a Peña Nieto.

Carmen Aristegui puede decir lo que guste. Lo hace en su columna en el periódico Reforma, en su programa en CNN y en conferencias de prensa. Su salida de MVS no constituye una prohibición a que se exprese. Asimismo, basta leer los diarios del país para darse cuenta que sí hay libertad de expresión en México (por ejemplo, ahí están los textos de John Ackerman y Julio Hernández, columnistas del periódico La Jornada, quienes no hacen sino, una y otra vez, demoler a Enrique Peña Nieto).

El periodismo “independiente” no existe. De hecho, es imposible pues, al “recoger” o aprehender la realidad, todos lo hacemos, ya sea que nos demos cuenta de ello o no, por medio de filtros que nos inducen a interpretar las cosas de una u otra forma. Esto es una inevitable consecuencia de nuestra condición humana: para “acceder” a la realidad, la “construimos”, es decir, por definición, no vemos nada objetivamente, no escuchamos nada objetivamente: todo lo interpretamos de acuerdo a nuestros correspondientes filtros.

Nuestra visión de las cosas jamás es, pues, “independiente”. Carmen Aristegui no sólo es víctima de esa imposibilidad de independencia, como el resto de nosotros, sino que, además, sus filtros corresponden al espectro político al que en México le llamamos “izquierda”. Por eso, por ejemplo, jamás critica a López Obrador. Va otro ejemplo: ahora sabemos que el equipo de investigación de Aristegui preparaba un reportaje sobre la casa de Malinalco de Luis Videgaray. ¡Y qué bueno; ojalá que pronto puedan continuarlo! Pero, ¿por qué no mejor investigan la Línea 12 del Metro? ¿Por qué Aristegui se concentra en temas relacionados con la Iglesia, el PRI, el PAN, Televisa, pero, jamás en asuntos vinculados a la “izquierda”?

Respuesta: porque Aristegui no es siempre crítica con “el poder”; es siempre crítica solamente con una parte de ese poder: el representado por el PRI, el PAN y la “derecha”. Y claro que al PRI, al PAN, etcétera, les molestan los reportajes y comentarios de Aristegui y su equipo, pero, de ahí a que el propio Peña Nieto o sus allegados hayan exigido la salida de Carmen Aristegui de MVS hay un trecho. Y es que tendrían que ser suicidas para haber hecho eso pues, como era de esperarse, el despido de Aristegui le ha dado incluso más presencia a dicha periodista y la ha puesto en el centro de la agenda nacional. Además, seguramente muy pronto estará en otra estación de radio, por lo que su voz y su trabajo retornarán y lo harán con más fuerza que antes. ¿De verdad el gobierno buscaba esto?

Mientras no haya evidencia que lo refute, me resisto a creer que Carmen Aristegui dejó MVS como resultado de una maniobra de “el poder”. Asimismo, anhelo que Aristegui vuelva a tener un programa en radio; no es “independiente” y no cuestiona “al poder” en su totalidad, pero su presencia es necesaria.