México: entre el inmovilismo, la simulación y el fracaso

Columna del 27 de marzo de 2020

México: entre el inmovilismo, la simulación y el fracaso

Pedro de Legarreta

 

Hoy el mundo está viviendo un cambio geopolítico profundo tras 28 años de un pretendido NUEVO ORDEN MUNDIAL, hoy agotado por los excesos del grupo dominante cuyas cabezas más visibles son las familias Bush y Clinton (los invito a leer las columnas de Jorge Miguel Ramírez publicadas en éste mismo medio para más referencias sobre el tema).

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Ante esta transformación geopolítica, México vuelve a tener la oportunidad de ser parte del cambio y colocarse como un actor relevante, si actuara con inteligencia y visión de Estado.

Desafortunadamente esta coyuntura se presenta en un momento en el cual también el incipiente modelo democrático, impulsado desde los años 90's, se ha pervertido, convertido en un esquema de simulación y por tanto se ha agotado antes de lograr consolidarse.

La hegemonía política interna lograda en 2018 por Andrés Manuel López Obrador con su herramienta electoral, MORENA, tampoco logra consolidarse. En buena medida por la incompetencia de su líder y los vicios de sus seguidores, herederos de las pugnas entre tribus del PRD, de la corrupción del PRI y de la falta de visión del PAN. Las pugnas internas han conducido a MORENA a ser incapaz de tener una dirigencia estable, y por tanto le restan confianza ante un posible electorado que no ve más allá de AMLO; las ambiciones personales y el afán de riqueza empiezan a asomar, a pesar de los esfuerzos del Presidente por limitar el acceso a los recursos públicos. Nadie sabe a qué puerto quieren dirigir la nave, que un día igual aceptan la migración indiscriminada, regalan dinero a paises extranjeros o firman acuerdos con la ONU; y otro día aceptan las ordenes de Donald Trump, cancelan inversiones externas y se encierran en un mutismo aislacionista.

La falta de visión del Presidente y las pugnas entre las facciones morenistas, parecen estar condenando a la llamada 4T al inmovilismo, la simulación y un nuevo fracaso de transformación del sistema político, abriendo la posibilidad muy real, de una regresión autoritaria.
Como si esto fuera poco, los partidos de oposición no existen como alternativa, tampoco cuentan con una estrategia, o al menos, operadores para enfrentar los retos de la nueva realidad política. Así las cosas, el escenario inercial propone una realidad de deterioro del país, lo que conduciría a la confrontación entre facciones, la quiebra económica, el caos social y, finalmente, la ruptura nacional.

México está urgido de una visión de futuro, ésta no va a venir de los líderes políticos actuales, que están ocupados en otras cosas, o no les interesa, o no tienen la credibilidad para construirla.

Es necesario construir liderazgos nuevos, desde la sociedad, capaces de crear una visión de futuro del país y un plan para su conducción, crecimiento, desarrollo y gobierno, algo de lo que históricamente hemos carecido, al menos desde la Guerra de Reforma. Al día de hoy, lamentablemente, no sabemos qué papel deseamos desempeñar en un mundo cada vez más interrelacionado, ni sabemos qué fortalezas tenemos para ofrecer en lo político, social, económico y ambiental al mundo. Ésta tarea es inaplazable si deseamos brindar viabilidad al país y construir un movimiento capaz de regresar la esperanza perdida a un pueblo empobrecido, ignorante y engañado por la clase política de todos los signos.

Ésta visión no puede ser fruto de una simple charla de café que nos conduzca a desear un cambio. Debe ser resultado de una disciplina académica y empírica, con verdadero conocimiento de la realidad y las posibilidades que ésta brinda. ¿Qué intereses existen en las élites mundiales y nacionales para nuestro país?, ¿cómo se gobierna una nación?, ¿qué necesidades y capacidades tiene la sociedad?, ¿quién lo puede hacer?, ¿cómo se puede hacer? No son preguntas fáciles de responder, no hay soluciones simples y su implementación puede llevar muchas décadas... pero en algún momento hay que empezar, y ese momento es ahora, de lo contrario resignémonos a perder a México como lo conocemos hasta ahora.