La oracion del Magnificat

“Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se llena de gozo en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”. Estas son las palabras de María de Nazaret al saludar a su prima Isabel, según lo presenta Lucas en su evangelio, y de donde se toman para esta bonita oración que suele rezarse en Laudes de la Liturgia de las Horas… La oración sigue, pero deseo detenerme en este párrafo para hacer un breve reconocimiento a nuestra madre en este su cumpleaños en la advocación de Guadalupe, Reina de México y Emperatriz de América.
Sorprende un poco el escuchar estas palabras en María, siempre callada, siempre sencilla; sin embargo son la respuesta a la pregunta de su prima “¿Cómo es que viene a verme la Madre de mi Señor?”, entonces la santísima Virgen se da cuenta que Isabel ha recibido una revelación de parte de Dios, ya que ella no le ha comentado a nadie que está en cinta, y es entonces cuando pregona esta alabanza-agradecimiento-profecía.
Alaba a Dios por ser Él y por ser Salvador de la humanidad, agradece la oportunidad y el honor de llevarlo en su seno y convertirse en madre al tiempo que conserva su virginidad (dos dones hoy desdeñados) y profetiza que la venerarán todas las generaciones, como ocurre hoy y desde hace siglos en las advocaciones de Lourdes, del Pilar, Czestochowa, el Carmen, de Luján, Remedios, el Rosario, la Inmaculada, Fátima, la Purísima, la Merced, Schoenstatt, del Socorro, Notre Dame, de los Milagros y por supuesto, de Guadalupe; solo por mencionar algunos, y así, sus hijos, la reconocemos como Madre nuestra y Madre de Dios.