Empresarios sub-21

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El concepto ‘emprendedor’ está tan sobado que cuesta bautizar a estos tres creadores entre los 14 y los 20 años con él. Ni tan siquiera ellos se sienten identificados con el término. Luis Iván Cuende, 18 años, Jordan Casey, 14 años, y Pablo González, 20 años defienden el método autodidacta y comparten una visión crítica por la manera “anticuada” en la que se enseña en el colegio y esperan que la tecnología y la programación, más allá de volcar los libros de siempre en una tablet, acaben dando un vuelco al desincentivante sistema educativo que penaliza la creatividad. Ellos se las han apañado solos para sacar adelante sus ideas.

Nada menos que sustituir a los notarios es el objetivo de Luis Iván Cuende, quien a sus 18 años se define como un creador de producto nato. Acabar con el monopolio de estos funcionarios de lujo creando un registro legal de documentos, archivos y música o contratos alternativo y online, ‘Stampery’, es en lo que está ahora mismo.

A él lo que le gusta es poner en marcha los proyectos que se le ocurren desde que con 12 años desarrollará el primero, Asturix, una alternativa a Linux que incluía hasta reconocimiento facial, algo que hace cuatro años causaba admiración, con una inversión inicial de 50 euros.

“Gracias a eso di el pelotazo, pues gané el premio al mejor programador de Europa, que me abrió oportunidades y me sirvió para crear red con gente superpotente. Vino en un momento en que estaba madurando lo que quería hacer con mi vida”, cuenta como si fuera lo habitual en un chico recién entrado en la adolescencia que Neelie Kroes, la ex vicepresidenta de la Comisión Europea y ex comisaria de Agenda Digital le invitase a formar parte de un grupo de trabajo para cambiar las cosas.

“La conocí a los 16 años en una Campus Party en Berlín. Me invitó a comer y me propuso entrar en el Young Advisor Group éramos 25 menores de 35 años totalmente apolíticos. Hablábamos mucho de tecnología y startup, de cómo introducir programación en las aulas y de copyright, un tema en el que aquí el Gobierno ha hecho mundialmente el ridículo con la ley de Propiedad Intelectual y la tasa Google, aparte de abocar al fracaso a un sector importantísimo para el desarrollo económico”, comenta con mucho más criterio que los políticos Luis Iván. Una pena que el sustituto de Kroes, un alemán que no habla inglés, haya desmontado el grupo.

Se le nota feliz con su vida en Madrid, a donde se trasladó con 17 años a vivir independiente desde Oviedo. Y solo se nubla cuando habla de la educación que se imparte en los colegios. Para él fue una tortura y aunque llegó hasta segundo de bachillerato reniega de un sistema encaminado en domesticar el talento en lugar de en fomentarlo. “La educación actual es una mierda. Ahora han introducido el iPad en lugar de los libros pero todo sigue igual. Me han amonestado y me han echado de clases porque debatía con mi profesora. Es el único lugar en el que no se cumple lo de que el cliente siempre tiene razón. La gente se duerme en el bachillerato, no hay motivación. Me han repetido cientos de veces que las matemáticas eran necesarias para programar, yo era nefasto y sin embargo me encantaban los algoritmos. Las capas de abstracción que hemos creado el ser humano son artificiales y complicadas. La música también se me daba fatal, ahora que yo produzco música electrónica, me he dado cuenta de que no la odiaba, era la forma de verla”.

Como buen creativo, Cuende no busca financiación hasta que no ha desarrollado el producto, y se ha echado un socio más experto en Business para poder centrarse en los múltiples proyectos que surgen en su cabeza. Sin miedo al fracaso, cuando algo no funciona lo aparca cuanto antes. “La gente piensa que por lanzar empresas ya eres millonario, incluso me han pedido a mi que invierta cuando pierdes más de lo que ganas. Dos de los proyectos que he montado han fracasado. Holalabs era un framework, una utilidad para sintonizar todos los datos entre dispositivos, pero el producto era complejo y no dimos con el momento adecuado. También cree una bolsa de bitcoin que no salió”.

La experiencia le ha enseñado más que la universidad. “He aprendido a montar productos simples que solventen un problema real y que no es bueno quemarse, es mejor trabajar dos años en el mismo proyecto que a todas horas durante seis meses”.

Como estudio de mercado usa a sus amigos. “Si les mola la idea, lo pongo en marcha”. Y no haces planes a largo plazo porque “las cosas que han hecho cambiar mi vida han sucedido en minutos. Asturix se me ocurrió mientras merendaba y un mail de un amigo me animó a presentarme al concurso del hacker europeo”.

SUPERVENTAS EN ITUNES A LOS 12

Con la misma naturalidad, el irlandés Jordan Casey, 15 años y Consejero Delegado de Casey Games, programó su primera web sobre un juego del ‘Club Penguin’ cuando era un niño de 9 años y a los 12 se convirtió en superventas de iTunes con el juego Alien Ball vs Humans. “Simplemente compré un libro sobre programación y pensé que sería una afición divertida. Después de estar meses creando páginas web decidí meterme con los juegos. Al principio solo era un hobby. Después de un tiempo me di cuenta que podría ganar dinero con ello y convertirlo en un trabajo. Entonces fue cuando acudí a varios eventos y de allí se me ocurrió la idea de empezar con Casey Games”.

Jordan reconoce que cuando empezó a ir a reuniones se sentía intimidado pero ahora disfruta ante el interés de los adultos por su punto de vista “en vez de considerarme un joven que no sabe nada”. Sabe lo que es la frustración y la asume como una parte más del proceso creativo. “Algunos de los juegos no han sido un éxito. Con unos fui impulsivo y con otros no estuve del todo satisfecho pero si tuviese que escoger uno de los proyectos que más me enorgullece tendría que ser TechWare. Trabaje muy duro y estoy muy contento con el resultado y con los premios que he ganado gracias a él”.

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Casey sigue yendo al colegio porque tiene "amigos allí" que le tratan "como uno más". "Es necesario acabar por si acaso, para tener algo que me respalde. La manera de enseñar en la escuela es interesante pero se queda anticuado. Pienso que la educación será el próximo sector en la que la tecnología dejará su huella y eso solo puede ser divertido. Creo que las personas deberían estar agrupadas por habilidades más que por edad. Yo podría haber sido el raro cuando empecé a programar hace seis años al ser el único niño que lo hacía. Para cualquier talento joven, tener apoyo es muy importante. En mi caso fueron mis padres pero sirve cualquier persona. No deberías permitir que nadie te limite independientemente de la edad que tengas. Si piensas que es una buena idea, es una buena idea y nadie te podrá quitar eso”.

Él ha desarrollado su propia coraza contra los que tratan de desanimarle. Piensa en la gente que le inspira como Notch, el creador de Minecraft, para mantenerse motivado, pero cuando insisten “simplemente ignoro a las personas que intentan desmoralizarme”.

"Me han inspirado y animado mucha gente. Cuando veo las historias de las personas que admiro por ejemplo, Notch , el creador de Minecraft, me mantiene motivado. Intento que las personas no me hagan daño. Obviamente hay veces que las personas intentar desmoralizarte pero yo simplemente les ignoro".

Ahora está de exámenes pero entre sus planes de futuro está mudarse a Londres y seguir concibiendo juegos.

JÓVENES CONECTADOS

Pablo González, fundador de Pangea, fue al trasladarse desde su Sevilla natal a Madrid para empezar la carrera de Administración de Empresas en IE University cuando se dio cuenta de que el valor de las personas es independiente de sus notas. Hasta entonces, a él, que era un niño aplicado, le habían convencido de que eso era lo importante, pero “descubrí otro mundo interesantísimo, el de las ideas propias al margen de las notas”. Enseguida percibió que la gente joven con talento tenía dificultad para desarrollar sus ideas por desconfianza.

“Es importante que te den apoyo para seguir adelante y que no caigas. Te das cuenta que el mejor apoyo es horizontal, de gente de tu generación. El mundo ha cambiado y hay que participar en redefinirlo. Hay muchas personas capacitadas para mover las cosas y pensé en crear herramientas para ayudarles a llegar. En septiembre de 2013, lo monté solo y encontré a Javier Alavés mi socio tecnológico, el crack que ha hecho que funcione la red. Una red de crowdbuilding para conectar entre si a gente joven de entre 16 y 24 años con talento e inquietudes. Por ejemplo, si alguien en la India tiene una idea y necesita un programador en cualquier parte del mundo, pueden encontrarse en Pangea. Ahora solo se puede usar por invitación y se ira abriendo al publico”.

Otra de las patas del proyecto es Pangea Ecosystem que pretende unir a empresas con jóvenes. “Se trata de lanzar desafíos en innovación. Por ejemplo analizar cómo va a ser el modelo energético del futuro, reuniendo a jóvenes de todo el mundo con grandes empresas”. Ese es su objetivo a corto.

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