Corrupción impune haría que reformas sean poco fructíferas

Bernardo Ardavín Migoni (yoinfluyo.com)

La corrupción, agravada por la impunidad de políticos y funcionarios del pasado y del presente, deja un amargo sabor de boca, porque pone en duda la posibilidad de que los cambios estructurales, cuyo mérito no puede menospreciarse, se traduzcan, realmente, en beneficios tangibles para la mayoría de la población, en lugar de limitar sus efectos a la apertura de nuevas oportunidades, para el enriquecimiento y el beneficio de unos cuantos ligados al sistema político.

De tal manera que no es difícil explicarse por qué, ante el cúmulo impresionante de cambios que supondrían una vía nueva de desarrollo para el país, logrado en una forma casi increíble en el breve lapso de un año y medio, no resulta eficaz para conseguir una mejoría sensible en la calificación del Presidente Peña Nieto.

La reforma educativa

Otro tema, sin duda muy polémico, abordado en el Informe, fue el de la educación del cual habló siempre refiriéndose a una “reforma educativa”, concepto que supondría mucho más que los cambios logrados, los cuales se limitan en la práctica a una reforma laboral.

Además, evidentemente, a los ojos de todos, dicha reforma no ha podido ser aplicada, al grado que se ha suscitado una rebelión de los maestros de la CNTE que linda con la ingobernabilidad en algunas localidades, como en Oaxaca. Al respecto, a manera de reconocimiento, un tanto vergonzante, mencionó que había resistencias en algunos lugares.

La economía

Otra materia que ha sido motivo de severas críticas ha sido la economía. Este capítulo fue denominado México Próspero. El Presidente dijo que con las reformas subirían los salarios y los ingresos –quizás en alusión a la polémica que se ha suscitado alrededor del salario mínimo–, mediante fórmulas definidas de manera esotérica como: “popularizar la productividad”. En este contexto, mencionó que se habían generado 2 millones 200 mil nuevos empleos, haciendo caso omiso de los datos duros que revelan un incremento importante de la población desocupada.

¿Qué debemos hacer?

Los ciudadanos no debemos aceptar que los servidores públicos se aparten de la verdad de los hechos, porque en esa posición errónea no pueden identificar nuestras necesidades y demandas, haciendo prácticamente imposible que las atiendan.

Si los gobernantes y autoridades construyen su mundo de espaldas a la realidad, por razones ideológicas o porque así conviene a sus intereses, se incapacitan para trabajar por el bien del país, que no puede ser una entelequia sino un conjunto de beneficios concretos para todas y cada una de las personas y familias que constituyen la comunidad nacional.

Por ello, es importante que la sociedad organizada presente de manera eficaz las mociones pertinentes para el análisis de las situaciones y lograr la adopción, por parte de los gobernantes, de las políticas públicas y programas necesarios para el desarrollo del país. Sin esa participación responsable, libre y exigente la democracia es una quimera.