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La mentira y el engaño, al servicio de la deconstrucción del Estado

enfrentamientosPor Pedro de Legarreta

Este día se han estado produciendo enfrentamientos entre los manifestantes en la Ciudad de México y la policía de antimotines de esa ciudad.

A pesar de los llamados, tanto de los padres de familia de los estudiantes desaparecidos de la normal de Ayotzinapa, como de las autoridades o líderes políticos y sociales que han pedido manifestarse dentro del marco de la legalidad, los anarquistas o grupos violentos o infiltrados o se les llame como se les quiera llamar, están provocando una mayor inestabilidad política en el país, que pareciera ser precisamente lo que buscan.

Desgraciadamente junto a estos, empezamos a ver a los diputados de la izquierda subirse al desastre, por cierto provocado por el alcalde de Iguala emanado de sus filas, agravado por la policía de la Ciudad de México que disparó contra un estudiante (que según publican hoy los diarios, no era tal) en Ciudad Universitaria, también bajo las órdenes de un gobierno de izquierda... bueno, pues los diputados de ese partido, piden la renuncia de Enrique Peña Nieto por ¡Ayotzinapa!. ¿Entonces de qué se trata?

El martes, en la columna de Sinaloa Diario, comentabamos las relaciones de los anarquistas con el crimen organizado, son suposiciones, pero basadas en la información disponible que hay en medios y estudios sociales e históricos; lo que en realidad estamos viendo en este momento es como, ante la ineptitud del gobierno mexicano para comunicar, atender y resolver los graves conflictos que está enfrentando, fuerzas nacionales e internacionales están aprovechando para deconstruir nuestra incipiente democracia, destruyendo al Estado desde sus bases, rompiendo toda posibilidad de convivencia social e impulsando una mayor confrontación que, de no prevalecer el estado de derecho y la sensatez, nos puede llevar directamente hacia una confrontación entre los ciudadanos que defienden distintos puntos de vista para el desarrollo nacional.

La autoridad legalmente electa, enfrentada a una crisis de legitimidad tanto por su historia como por su acción actual e incluso, por su incompetencia para enfrentar y resolver los problemas actuales, está cada día más acotada, y puede caer en la tentación de la represión generalizada sin mediar en la justa aplicación de la ley. Hoy, desafortunadamente, esa autoridad es incapaz de utilizar los instrumentos del gobierno para frenar la insurrección, para denunciar la mentira y para develar el engaño. Tenemos una autoridad carente de inteligencia para conocer el orígen de los atentados contra la nación, no puede encontrar a los estudiantes desaparecidos en Iguala, no termina de esclarecer los hechos de ese 26 de septiembre, no revela la actuación o la falta de esta del batallón del ejército destacado en la ciudad de Iguala, el CISEN da información a toro pasado y no es capaz de brindar información anticipada al gobierno para prevenir los ataques a los que está sometido.

Ante esta situación, la sociedad está inerme e incapaz de reaccionar y liderar un movimiento que exija el predominio del estado de derecho, la justicia y la paz. Hoy más que nunca, la sociedad civil organizada tiene la responsabilidad de exigir y construir los puentes necesarios para mantener la paz y rescatar el tejido social; necesitamos un gobierno que se haga responsable y opere cumpliendo las obligaciones que le impone la ley, que combata la corrupción e impida la impunidad, pero necesitamos que exista, que sea fuerte y que sirva a la sociedad. En este momento, la renunica del presidente no sirve de nada, no arregla nada y no corrige nada; no, en este momento necesitamos que el presidente pida perdón por lo que haya hecho mal, pague las consecuencias políticas y jurídicas que correspondan y conduzca al país a un puerto de nueva esperanza. Para ello, se requiere acabar con la red de complicidades en el gobierno y entre los partidos, y aunque suene ilusorio, esto es posible con una sociedad vigilante y participativa.

En Guerrero se ha demostrado que la renuncia del gobernante no resuelve nada, en Morelos se ha mostrado que la llegada del líder de los que hacen la protesta social en la calle, no significa que ésta se acabará. Para que México salga adelante, requiere que sus instituciones se fortalezcan, no que estas se debiliten o desaparezcan, pero tal como están hoy las cosas, solo la sociedad civil puede lograr que esto ocurra, los políticos están totalmente desprestigiados y son vistos como ajenos a la sociedad, necesitamos liderazgos sociales que impulsen el cambio, y tendrán que ser muchos líderes, no unos pocos caudillos, que estén dispuestos a entregar su tiempo, su talento y hasta parte de sus recursos, por el bien del país.

No hay tiempo, urge actuar.