Hasta que no meta al “bote” a corruptos, no creeremos a Peña

Rodrigo Ivan Cortés (yoinfluyo.com)

Enrique Peña Nieto ha dado un mensaje por un México en paz, justicia, unidad y desarrollo; lo ha desglosado en diez puntos, que van desde lo que es crear una ley contra la infiltración del crimen organizado en municipios, ya sea para una intervención federal o de plano disolución de cabildos; lo que es la iniciativa para reformar el sistema de competencias penales, que pasa también por la obligatoriedad de que pasemos de las mil y tantas unidades policiacas, a sólo treinta y dos; lo que es el teléfono único, el 911; la clave única de identidad; el operativo especial en Tierra Caliente; el derecho humano a la justicia; lo que es el consejo consultivo para una reforma en esa misma materia; lo que es combate a la corrupción; y este énfasis un poco ambiguo en lo que es la transparencia, la rendición de cuentas y el acceso a la información.

Ok: suena muy bien. Nada más que el Presidente tiene que tomar en cuenta que ya no está en campaña. Todo el periodo previo se la pasó haciendo campaña por la reforma. Ok, la reforma es un inicio, la reforma está bien como un logro con las fuerzas políticas; pero, como muy bien lo decía la Conferencia Episcopal Mexicana, eso ¿en qué se traduce?, ¿quién lo hace?, ¿cómo y qué resultados da? Porque en el caso educativo está muy bonito el texto, sí, nada más que la realidad es muy simple, brutal y llana: una lideresa política que ya no se subordinaba a ellos, en la cárcel; un líder bastante corrupto que es ascendido a ese liderazgo que se queda vacío y el hecho concreto de política pública es la desaparición, no aplicación de la prueba Enlace, es algo terrible.

Si nos ponemos a ver que estas inversiones que traerían estas reformas se trabajan como la “ílicitación” del tren México-Querétaro, o las personas que operan este ya desangramiento a los contribuyentes cautivos, sería otra desgracia.

Aquí el planteamiento es más de fondo: ¿cómo va a resolver Enrique Peña Nieto y su gobierno el problemón de tormenta perfecta que tiene?

Porque no basta enunciar más puntos de campaña, lo que se requiere es que haya ejemplos, acciones que sean contundentes. Yo no le voy a creer a Peña Nieto hasta que meta “al bote” a algún gobernador, que meta “al bote” a los vinculados con crímenes horrendos como los de Tlatlaya y Ayotzinapa, hasta que no queden en el “bote” los responsables de corruptelas mayúsculas en los estados.

Ahí es donde vamos a empezar a creerle, porque lo que está de fondo no es sólo enunciar más mensajes; lo que está de fondo: ¿cómo va a combatir un sistema que su propio partido creó coludiendo cómplices que buscan cuotas ilícitas desde el gobierno, amafiándose burocracias con empresarios, amafiándose instancias de seguridad con criminales y resultando en un combate de organizaciones criminales subversivas contra organizaciones criminales lucrativas?

Ahí sí está el reto de fondo, y ahí es donde “pago por ver”.

Hasta no ver pruebas concretas, no le voy a creer a Peña Nieto.