"Promoviendo la Participación Ciudadana"

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Artículos

En este tiempo de mision.

Como los primeros apóstoles en Jerusalén, vivimos en tiempos “intermedios”, entre la Ascensión de Jesús y su segunda venida. En este tiempo, vivimos con-fiados en la hermosa promesa de Jesús: Cuando los vuelva a ver, su corazón se llenará de alegría. Su Ascensión inicia el tiempo de misión, el tiempo del Espíritu Santo. Estamos llamados a ser sus testigos en el mundo. Estamos lla-mados a decir a nuestro prójimo –“Jesús ha venido. Él está vivo. El Hijo de Dios se ha convertido en Hijo del Hombre. ¡Y ha venido a mostrarnos el camino al Padre!” Como lo hizo San Pablo, tenemos que enseñar la Palabra de Dios. Y como sabemos, la mejor manera de enseñar es a través del testimonio de nues-tra propia vida. No todos en nuestro mundo quieren escuchar esta Palabra. La proclamación de Jesucristo puede causar violencia o persecución. Esto pasaba en la época de los apóstoles y sigue pasando todavía en nuestros días. En cada Eucaristía, deberíamos recordar a los cristianos de todo el mundo que hoy están sufriendo y muriendo por Jesús. La persecución viene en muchas formas. Cada vez más, somos presionados a comprometer o abandonar nuestras creencias como “precio” para vivir en la sociedad moderna. Hay una frase en los Hechos de los Apóstoles que parece casi una profecía de los tiempos que estamos vi-viendo. Se hace una acusación contra San Pablo: Este hombre anda conven-ciendo a la gente que adore a Dios, de una manera que nuestra Ley prohíbe. La fe verdadera y la vivencia del cristianismo, son un desafío a todos los falsos ído-los de nuestra sociedad: los ídolos de la carne y el consumismo; los ídolos del mercado, del individualismo y del nacionalismo. Por eso, no es extraño que e-sas fuerzas poderosas quieran mantener la Iglesia fuera de la plaza pública. Vi-vimos ahora en una sociedad altamente secularizada. Como Iglesia, no creo que en verdad hayamos aceptado esa realidad todavía. Pero es la verdad. Nuestra sociedad cree que ya no tiene necesidad de Dios. Este es un gran de-safío para la Iglesia – y para cada uno de nosotros como cristianos. Tendremos que salir al mundo para encontrar nuevas maneras de entrar en diálogo con es-ta cultura. Vamos a tener que encontrar nuevas maneras de proclamar a Cristo y vivir como cristianos en esta cultura. De esto se trata la nueva evangelización. La buena nueva es que no lo tenemos que hacer solos. Vamos con Jesús. Va-mos con Dios. Las palabras que Jesús le dice a San Pablo, también se aplican a nosotros: No tengas miedo, sigue hablando y no calles. Yo estoy contigo.