Reflexión publicada el 03 de marzo de 2022
Un mundo de cabeza
Por Pedro de Legarreta
Esta semana, Vladimir Putin ordenó la invasión de Ucrania pretextando derechos de las regiones pro rusas, la verdad es que desconozco la situación real de esas regiones, como en general la situación política de aquel país, pero una invasión militar siempre será una agresión, los civiles siempre salen perjudicados y el mundo en general, sufre por la amenaza a la paz.
Occidente tampoco es inocente en esta situación, envalentonaron a Ucrania prometiendo apoyo que al momento de la verdad no llegó, por eso el presidente ruso se siente con la capacidad de actuar de manera impune aduciendo "derechos" que son resultado de las violaciones a los derechos humanos cometidos durante la era soviética.
Pero vayamos más a fondo. El mundo en general está viviendo una época propicia para la violencia. El egoísmo con el que nos conducimos los seres humanos no deja espacio para el amor al prójimo, para la preocupación y el trabajo por el otro. El que se atreve a señalar la necesidad de la solidaridad es aplaudido en el discurso, pero no es seguido si se trata de actuar y comprometerse con los demás.
Vivimos en una era hedonista al extremo, la búsqueda inmediata de satisfacción está presente en todas nuestras decisiones cotidianas y nos parece normal ocuparnos y preocuparnos solo por nosotros mismos, y en el mejor de los casos por nuestro entorno más inmediato, pero nos olvidamos incluso de familiares que padecen enfermedades, desempleo, inseguridad, pobreza... ¿los seres humanos hemos perdido la capacidad de sentir empatía por el otro? No lo creo, simplemente se nos ha olvidado por la velocidad a la que queremos vivir nuestras vidas, una ráfaga de sensaciones y búsqueda del éxito que en realidad nos hace olvidar de la vida misma. Ya es muy raro que en las familias nos sentemos a conversar, tener un momento de intimidad para conocer lo que ocurre en la vida del otro, las reuniones familiares suelen ser en torno a la televisión o algún otro dispositivo electrónico que nos "conecta con el mundo" pero nos desconecta de las personas que tenemos a un lado... peor aún, no tenemos tiempo para pensar en nosotros mismos, en hacer meditaciones profundas de lo que está sucediendo con mi vida, lo que estoy logrando o lo que realmente quiero lograr, no meramente en el ámbito laboral o económico, sino en mi crecimiento como persona, en mi crecimiento espiritual... ¿y Dios? ¿Lo tenemos presente en nuestras vidas?, ¿si quiera le dedicamos un pensamiento, aunque sea esporádico?
La invasión de Ucrania es un acto de violencia extrema que no tiene justificación, aunque el presidente ruso pueda argüir seguridad nacional para su país, o Ucrania demande autodeterminación o Europa busque una mayor unidad o los rusos de Ucrania busquen su independencia... no hay justificación para ese acto atroz que destruye y aniquila la paz de una sociedad global, pero tampoco hay justificación para el acto cotidiano de violencia que ejercemos contra nuestros hermanos al olvidarnos de ellos, al ser incapaces de voltear a ver su miseria, su cansancio, su dolor.
La humanidad hoy vive al borde de una guerra, pero no solo por la invasión de Rusia a Ucrania, sino porque los seres humanos nos hemos vuelto insensibles a la realidad que nos rodea, y así hemos construido un mundo inhabitable, en el que solo la mutua destrucción es posible.