(NEW YORK TIMES/Somini Sengupta) Los cielos de Siria están llenos de aviones de guerra extranjeros. Decenas de miles de civiles están huyendo. El Estado Islámico ha ejecutado ataques terroristas en tres continentes en tres semanas.
Y sin embargo, las potencias mundiales con profundos intereses en el sangriento conflicto que data ya de cuatro años en Siria, por primera vez, suscribieron un calendario ambicioso que requiere lograr que sus aliados en el campo de batalla depongan las armas y empiecen a hablar para el inicio del próximo año.
Entonces, ¿cómo se proponen llegar de aquí para allá, y que haría falta para lograr incluso a un cese limitado de las hostilidades?
El camino hacia las conversaciones políticas y de alto el fuego es largo, dicen los diplomáticos. Y está llena de incertidumbre y peligro, no menos importante para las Naciones Unidas, que tiene que hacer la mayor parte de las maniobras.
De acuerdo con las promesas ambiciosas hechas por los líderes mundiales la semana pasada en Viena, las Naciones Unidas se supone convocarán a conversaciones entre representantes del gobierno y los rebeldes sirios para el 1° de enero. Se supone que deben dar su aprobación para una nueva misión que supervise un cese al fuego.