Este lunes 27 de noviembre se conoció la noticia de la salida de José Antonio Meade Kouribeña de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, al tiempo que hizo pública su intención de registrarse como precandidato del PRI a la presidencia de la república. En este marco, destacamos el editorial de Jorge Miguel Ramírez Pérez, quién considera esto una manera más de los priistas de dar atole con el dedo a la sociedad.
"Los técnicos que no son, contra los rudos que tampoco son"
Por Jorge Miguel Ramírez Pérez
Aún en el tercer lugar el PRI está en el umbral de bajar más. No importa lo que digan las encuestas a modo. Un partido que ha perdido importantes elecciones locales y que no se ha podido reconstruir porque sigue con lo mismo y los mismos.
Lo del Estado de México y Coahuila fueron resultados malolientes -que pesan, pero que son espectros aislados; en medio de las notas de una corrupción sin precedentes, que sigue saliendo en los medios, evidenciando a los exfuncionarios que antes fueron ponderados como ejemplares, por el mismo líder de facto, de ese partido. El propio Peña.
Esas realidades son el marco objetivo que han intentado superar con la subjetividad de una estrategia, que busca acaparar con viejos temas como el del dedazo, el interés de la opinión pública. Tal parece que algún consultor, les cobró por decirles que la salida de la adversidad electoral futura, es reeditar los rituales del pasado.
Hoy se quiere vestir con jugarretas infantiles dizque misteriosas, las decisiones tomadas. Quieren decirle a la gente que nada ha cambiado, que el abuso del poder como es el designar de manera autoritaria un sucesor, sigue campante. No solo eso, sino lo que era negado oficialmente en el pasado, el dedazo, es hoy un descaro antidemocrático del que se ufanan. Esa es la pobreza de oferta política. Se centran en vender la corrupción autoritaria, como forma admirable que imaginan se aplica a los electores mexicanos, a quienes nos suponen irracionales nostálgicos.
Eso nos lleva a precisarles no solo el origen de ese partido, como solución del señor Morrow, el embajador entonces; al que le exigían los diversos grupos que se beneficiaron con el asesinato de Obregón, su reconocimiento del monopolio de la interlocución y como consecuencia el beneficio de autenticarlos diplomáticamente.
Tal vez sea eso lo que vio de parecido Videgaray, cuando comparó a Meade con Calles, en el centro de esa antigua maniobra, a menos que haya sido su ascendencia sirio libanesa, acaso un espiritismo muy oculto o porque va a defenestrar a Peña, como lo hizo Calles.
Más allá de su surgimiento el PRI y sus gobiernos, en sus diversas etapas jugó un papel importante. Era la parte confiable de la cadena de mando en Latinoamérica. Con lo de Cuba siguió siendo útil mediante maniobras más complejas que la de hacerse desentendido como el golpe de Castillo Armas a Arbenz, en Guatemala, y los sucesivos militarazos, los de la Dominicana y todos los demás en el hemisferio; porque nunca fueron cuestionadas en serio las dictaduras, con excepción del caso chileno. La intervención del asunto nicaragüense, le quitó confiabilidad; pero se mantuvo el esquema durante la guerra fría. La franquicia desconsideraba cualquier intento democrático.
La caída del muro de Berlín cambió todo el paradigma de la fórmula bipolar y se reajustaron las partes del sistema mundial; a México le tocó ser democrático, contra muchas opiniones de los intereses prevalecientes, pero se inició el cambio, que como todo lo histórico tiene estructuralmente efectos irreversibles.
Y si regresó el PRI fue para lograr el segundo arreglo, el primero fue en el sexenio de Salinas; y una vez, impulsadas las reformas estructurales a nivel constitucional; el trabajo del PRI ya no tiene razón de ser, porque no le entienden a la realidad política. Insisten en algo que es tanto como imponer que la gente consuma únicamente alimentos con caducidad muy rebasada. Productos que apestan.
En pocas palabras se hacen bolas con la política porque tuvieron cinco años para intentar una reconversión del PRI a la democracia y no hicieron absolutamente nada para lograrlo. Las pruebas son muchas, sobresalen: la absurda protección a las operaciones corruptas evidentes, la pobreza ideológica plena de contradicciones; la insolvencia de sus organizaciones internas, el corporativismo en pleno desgaste, su centralismo excesivo, la ineficacia en la seguridad y su aldeanismo, por mencionar algunas.
En esa desesperación por la carencia de mecanismos innovadores, las cúpulas de hoy, dieron un regreso más e intentaron revivir y divulgar el esquema de técnicos contra rudos, suponiendo que los primeros son los que saben y los segundos, los que operan. Una tontera que se manejaba con López Portillo. A falta de una competencia real, se hacía una división aparente de los burócratas que no tenían carrera partidista y los que eran o de la policía política y o la vez congresistas repetidores.
Esa hasta ahora inexistente división de fondo, ha sido superficial entre los partidarios de los de Hacienda y los de Gobernación, porque son del mismo palo, dijeran los apostadores. La han dejado persistir como agrupaciones artificiales, porque en ambos casos estamos hablando de operadores ineficientes por un lado e ineficaces por el otro.
Los financieros por así decirlo son expertos en endeudamientos, no en generar crecimiento económico, sus nexos con los banqueros y con los paraísos fiscales son sus mejores cartas de presentación; los otros, en ponerse de acuerdo con los hampones sindicales, los gobernadores y con uno que otro de los del crimen organizado, pero juntos no pueden por sus entreveramientos bajarle a la violencia. Ese es el PRI operativamente hablando, porque mapaches, son todos, encabezando la lista con los consejeros del INE.
Quiero anotar que después de los acuerdos de los años setenta, después de la revolución mundial de 1968, como la explica Wallerstein; los financieros han ganado de todas: todas. Los de Gobernación le hacen de paleros. Analice: Moya perdió con el de Hacienda, que era López Portillo; Ojeda, del Trabajo con de la Madrid; de la secretaría del gasto, de nombre Programación y Presupuesto que fue la oficina con la que Salinas llevó al baile a Bartlett de Gobernación; Zedillo a Colosio, del que no quedó ni rastro válido; Fox a Labastida que era de Gobernación; Calderón a Creel que estaba en Bucareli y Peña, que era un gobernador surgido de la secretaría de finanzas estatal, se llevó la silla.
Pero ahora con el PRI debilitado puede debilitarse más. Porque la nominación de Meade en términos de política ficción es un logro de los reptilianos que dejan hablando solos a los dinosaurios. Desconectados, el pobre Narro, ni enterado está y lo mismo debe decirse del exgobernador de Hidalgo, que mandó una carta final, bajo la firma de la señora Ivone Ortega, ratificando lealtades... ¿será?