Columna del 15 de octubre del 2018
Jorge Miguel Ramírez Pérez
El Constituyente de 1917 consideró al municipio como la célula básica de la organización política del país. No se equivocaron en tanto que ese razonamiento se fundamente sobre todo en el poder institucional más cercano a la sociedad, dicho de otro modo, es la instancia –que se supone- oportuna a la gente y a sus necesidades.
Por muchos años sin embargo al municipio le han dado las tradiciones operativas del poder, el rango de inferioridad en una costumbre por usar la palabra niveles de gobierno en vez de órdenes de gobierno, en la que le otorgan después del aspecto federal y el estatal un tercer lugar, un sótano en las consideraciones de peso político.
Y entonces se estima que llegar a ser presidente municipal es un lugar para hacer pininos, méritos pues, para luego aspirar a competir por el senado o por una gubernatura, así que erróneamente se entiende como un cargo "de paso", no en una responsabilidad que es trascendente para la vida comunitaria de mucha gente.
El caso de Xalapa, la capital de Veracruz es de ese tipo. El municipio ha sido muchas veces una especie de escalón en la que los titulares mas bien tratan, de quedar bien exclusivamente con los grupos que tienen relación político electoral, es decir con las clientelas de líderes profesionales y grupos de poder enquistados, y por supuesto –cuando se la deben- con el Gobernador; y poco, o casi nada con los pobladores que sienten que no tienen contacto con sus autoridades, y a eso se han acostumbrado lamentablemente.
Un entusiasmo desbordado que rayaba en la irracionalidad, que veía al maestro Hipólito como el modelo a seguir para que las cosas cambiaran y ante el examen superficial en el que afloraban los malos competidores y la moda morenista como estandarte, la ilusión se llevó el gane en la alcaldía.
Craso error.
En su momento se señaló que la inexperiencia no ayudaría y la respuesta fue la de siempre que comentan los aludidos en estos casos. "suficientemente la han regado los de otros partidos, como para los nuevos no tengan derecho también a regarla". El clásico consuelo de tontos.
Ahora ya están ciertos todos, hasta sus seguidores, de que el catedrático de sociología debe volver al aula, ha convertido en algo incierto dos problemas de primer orden en el municipio el agua, su suministro y el horrible asunto de la basura.
Temas de fondo que no tiene idea el alcalde como resolver, tan es así, que lo como dijo en el caso de las vialidades, "el no las construyó" exhibiendo en su forma de expresarse una irresponsabilidad, en la que los que llegan a cualquier cargo se imaginan honores y aplausos, menos lo principal que es resolver con eficacia y eficiencia; y por eso, aquéllos que no ven la realidad harían bien en retroceder de donde son y no hacer retroceder a los ciudadanos.