Columna del 29 de julio del 2019
Baja California, la Corte y los matrimonios del mismo sexo
Jorge Miguel Ramírez Pérez
Se descompuso el sistema jurídico mexicano porque cada quien aduce derechos según su conveniencia y no hay orden jerárquico para determinar la razón jurídica en las controversias. Salen peligrosos delincuentes por procedimientos no apegados estrictamente a leyes que favorecen el crimen y suponen esa indefinida versión de "buena fe", aún de sicarios cuyo modus vivendi es mandar a la muerte personas.
El modelo de la nueva justicia es el de comportarse con amabilidad con los criminales para que ni siquiera sufran daño sicológico por las malas autoridades que los acusan de "cosas horribles", Se dice: somos "todos humanos y todos tenemos derechos", hasta de lastimar a los demás ¿o no?
Pero esas anécdotas cotidianas de las que todos experimentamos, tienen su sustento en la adopción forzada de formas jurídicas externas aplicadas a rajatabla en México, para que nuestro país como lo ha venido haciendo desde que se dice independiente, se parezca más a las instituciones de Estados Unidos, porque aquí en nuestro país, en este México no tenemos juristas propios, con ideas realmente creativas que reformen los modelos a nuestra realidad y no a la de otros pueblos que han sido auto vencidos en su conciencia y ya no se aceptan, al grado de no querer reproducirse y preferir perversiones y mascotas con tal de no tener hijos: se tienen asco.
¡Y México, en caliente a parecerse a ellos!
Por eso pega el falso matrimonio del mismo sexo, una jalada de los pelos, que demuestra la bajeza moral de nuestra generación; que ha permitido lo que nuestros padres jamás se imaginaron, porque su mente no estaba tan atascada de porquería y sabían diferenciar la realidad, de la locura de pensar que la imaginación equivocada es válida.
Los que se imaginan lo que no son deberían retar a la realidad y creerse pájaros de verdad, no gansos como les dicen en Veracruz, y lanzarse al vació para volar y que las leyes absurdas, los amparen, para decir que fue por su derecho a volar, aunque no puedan ni siquiera tener un rebote de cinco centímetros.
Y cuando los legisladores de un estado votan como corresponde: la negativa a darle derechos de matrimonio, adopción de niños, cambio de sistemas educativos y registro de minorías sexuales para tener cuotas de poder de los que deben tener tratamiento siquiátrico, entonces sale la dizque "suprema corte" para amparar al caprichoso que quiere ser venerado por sus extravíos mentales. Y como sucedió en la Cd. de México, se les conceda todo; en aras de envenenar la mente de hijos ajenos.
En ese punto se adujo el artículo constitucional 121, por cierto de los calcados de la Constitución de EUA; que se refería en su origen, a la validez de que la propiedad reconocida en un estado debe ser reconocida en otros estados y para nada en el derecho de hacer lo que se me de la gana, si en mi estado no lo prohíbe. En ese caso la interpretación es tan extensa, que vale hasta para desaparecer todas las constituciones locales, sus cámaras, tribunales y hasta gobernadores, ya que salen sobrando, ¿o, no?
De pasada la Suprema Corte, en su papel legislativo debe dictar la desaparición de poderes no solo estatales sino los del Congreso Mexicano, porque importa un bledo lo que el pueblo decida a través de sus representantes, si la Corte, en su actitud de entreguismo doctrinario a los modelos angloamericanos, se propone desestructurar el sistema jurídico mexicano, como a diario lo hacen de manera sistemática.
Y tan mal está la interpretación de las doctrinas constitucionales que no hay posturas definitorias: ante hechos como los de Baja California, en los que los congresistas votaron lo no que no se votó. Es decir, esos diputados maiceados mediante una supra votación, figura inexistente en las legislaciones del mundo sobre derecho electoral, decidieron que lo que se votó por el pueblo, eso, ya no sirve.
Esa ostentosa ilegalidad se quiere calificar como un hecho consumado, en lo oscurito. Es una maniobra de priístas ñoños que presumen, hacer puerco lo que era ya cochino. Porque la elección interna pasó por alto el compromiso publicitado para favorecer al exaltado Martínez Veloz, que antes era de los devotos de López Obrador.
Todos se pasan y hacen relativo lo que debía tener firmeza.
El país día a día descompone su seriedad jurídica, con tal de quedar bien con caprichos y estratagemas de beneficios de grupo, no generales, como las leyes lo establecen en sus formas primigenias. El problema es que muy pocos advierten esa descomposición que hace fácil derrumbar la estabilidad del estado de derecho, porque para reconstruirlo y darle nuevamente viabilidad le ronca.