Columna del 16 de Septiembre del 2019
Veracruz: ¿Empezarán los Cambios?
Jorge Miguel Ramírez Pérez
Voy hacer un esfuerzo por pensar de manera optimista, porque creo que el asunto ya no da para más para errores. No solo se ha tocado fondo, sino que es en el fondo donde se mueve la cuestión pública de la entidad veracruzana. Pero si el gobernador Cuitláhuac García, hace relevos como el que hizo nombrando al frente de la Contraloría a Mercedes Santoyo, la puede librar.
Eso es un buen comienzo rectificando un esquema de compromisos innecesarios y ya rebasados. Porque con esta decisión de incorporar una persona honesta, como es la funcionaria Santoyo, que surgió en el tema del control de los recursos representando a los ciudadanos, en la autoridad anticorrupción del Estado; se da un paso que rompe con los moldes desgastados de funcionarios de la fiscalización amañados, que han encabezado hordas adiestradas en el chantaje y la extorsión.
Mercedes tuvo como influencia temprana la de su padre, el maestro Salvador Santoyo, un profesional serio y honesto, de las matemáticas aplicadas como del pensamiento y las ciencias políticas. Ella en lo esforzada y capaz no le va atrás. Su formación en la administración moderna en el Tecnológico de Monterrey enfocado a procesos productivos y sus posteriores capacitaciones en las disciplinas de la administración pública, se han enfocado a los resultados. Seguramente en el tema de reordenar los controles y hacer del servicio público algo evaluable y transparente, Meche, va a salir adelante.
Creo sin temor a equivocarme que desde hace mucho, digamos desde antes que llegara Chirinos al gobierno, no ha habido uno solo de los Contralores, que se pueda decir que salieron ilesos de señalamientos de corrupción en los corrillos políticos; a pesar de que la gran mayoría de ellos tenían títulos de la carrera de contaduría y se ostentaban sobrados de experiencia
Algunos como González Tejeda y Ricardo García, llegaron en condiciones de precariedad, y salieron con el aire de la autosuficiencia que da la fortuna sobrada. Otros, como Iván López, y Mauricio Audirac se la tiraban de magnates, o así se conducían. Audirac cayó en prisión, y despotricaba culpando a su jefe Javier Duarte. El contralor que tuvo Yunes, un incondicional Moreno Chazzarini, sin experiencia suficiente, dio pasos a una tal Figuerola un desconocido anodino, ambos dejaron hacer y deshacer en esa administración. Y la última Leslie garibo, una abogada electoral, llegó y se fue, y no le entendió jamás al asunto de vigilar los recursos, y servir corrigiendo y asesorando a los servidores públicos en las rutas legales del buen gobierno.
De modo que a Veracruz nadie lo ha podido defender de los malos funcionarios, que estructuran verdaderas pandillas instauradas a modo de la delincuencia organizada, donde las cadenas de las complicidades, se enlazan hasta en otras administraciones con los eslabones de extorsionadores, tal como han operado en el ORFIS, que los exoneran, siempre y cuando se caigan con la cuota que cobra rigurosamente el cártel de despachos" que esa dependencia "recomienda".
En Veracruz lo tiempos apremian y tienen que forzar la marcha los del gobierno de Cuitláhuac, para no perder lo que ganaron en las pasadas elecciones. Para nadie es un secreto la versión extendida de que el año que entra, cuando se cumplan los dos primeros años de gobierno, el Congreso local puede sustituir al gobernador con gente del Presidente incluso, para no correr riesgos electorales,.
Así que, la cuenta regresiva necesitan detenerla; porque la presión en los temas de la política, la seguridad, la corrupción y el desarrollo de metas requiere de soluciones que no se pueden posponer. A estas alturas lo que no cuajó, no va a cuajar y es perder tiempo valioso, esperando una reacción que no tuvieron ya, los funcionarios a quienes se les brindó una oportunidad por encima de sus capacidades o por encima de sus intereses.
Difícil el reto de reconstrucción del gobierno estatal, porque no se puede empezar de la nada o continuar en la línea del aprendizaje púbero; pero tampoco pueden entregarse a los grupos enconados de los rijosos exgobernadores, que llevaron a que se implantaran los cárteles como brazos de poder aliado, en esa guerra civil de vanidades, como la que ha prevalecido por más de una década, entre fidelistas y yunistas.
El tiempo corre y necesitan los que están al frente, completar un esquema político, que le de viabilidad al gobierno de García, un año al menos, como sugieren los estrategas de Amlo, o más, si el gobernador García se decide encarar el gobierno en sus responsabilidades, y renueva su gabinete con base en las necesidades reales y específicas del servicio público. Nadie quiere que la inestabilidad hunda al estado más importante del Golfo de México, ni siquiera los opositores, porque ¿que recogerían si acaso pudieran llegar?
La necesidad de una nueva estrategia está a la vista. El subejercicio de más de 50 mil millones habla de dos cosas muy claras: una, que los viejos presupuestos estaban hechos para la deshonestidad, sin objeto, ni operación coordinada de buen gobierno; eran una macro simulación a espaldas de la gente. Eso, creo yo, es lo que le abona López Obrador a García, para decir que es honesto, no un avorazado; y dos, que resultado de esa práctica de solo aparentar las obras y servicios, no se tienen todavía proyectos concretos con todos sus requisitos, que sean detonadores de las potencialidades veracruzanas, y que justifiquen la tan cacareada 4ª. Transformación que falta ver su aportación determinante en ese estado, para que no se caigan las promesas y los resultados en el 2021, no los sorprendan.