Columna del 4 de noviembre del 2019
La espada del orden
Jorge Miguel Ramírez Pérez
"porque es servidor de Dios para tu bien.
Pero si haces lo malo, teme ;
porque no en vano lleva la espada,
pues es servidor de Dios, vengador
para castigar al que hace lo malo"
Romanos 13:4
El verdadero cristianismo no se podría entender con precisión doctrinal, sin las detalladas explicaciones que aportó Saulo de Tarso, en su carácter ya de un apóstol: Pablo, renovado de sus raíces fariseas. Las enseñanzas de Jesús fueron abordadas por él no solo para el contexto hebreo, sino para la cultura greco romana, de manera magistral bajo inspiración divina. Eso es lo que creemos, los que nos decimos cristianos.
Por eso otras versiones de lo que se puede imaginar como cristianismo, que no armonizan con lo bíblico, no dejan de ser interpretaciones fragmentadas que a lo largo de la historia han provocado no solo inexactitudes, sino conclusiones descontextualizadas, que tergiversan las enseñanzas de Jesús de Nazareth.
Cientos de líderes, filósofos, gobernantes y aún jerarcas religiosos en la historia han usado para sus fines, visones particulares del cristianismo, las más únicamente en busca de legitimación para propósitos exclusivos de manipulación.
En la carta a los Romanos, San Pablo expone lo que en materia de gobierno, sería en términos seculares una teoría sagrada del Estado. La existencia de servidores de Dios que hacen uso de la espada, es decir del potencial y ejercicio de la violencia, en nombre del orden divino para convivencia de los seres humanos.
Como se puede leer en ese capítulo 13, el uso de la fuerza del gobierno para fines de la observancia de la ley, es decir del orden social; no es en absoluto opcional.
De hecho es la única obligación que tiene el gobernante que lo distingue de otras actividades societarias, como son las que el Estado moderno, ha adquirido a nivel mundial y explícito como lo derechos sociales, establecidos legalmente por primera vez en 1867, por parte del Canciller Von Bismarck, en la entonces naciente, Alemania.
Uso eso sí, legítimo de la fuerza lo reconoció Trotsky en Brest Litovsk, como un monopolio imprescindible que debe tener el Estado; lo explicaba antes de manera moderna siempre con antecedentes bíblicos el mismo Hobbes; de hecho, es en
Ciencias Políticas en la UNAM y otras escuelas, donde se inicia y termina la carrera sobre esas bases inherentes al Estado y a su manifestación concreta en el gobierno.
Gobernar sin considerar de manera consustancias el uso de la fuerza, sencillamente no es gobernar.
Por supuesto que la espada no es para abuso, venganza personal o masacres, para eso el estado tiene mecanismo, que obligan el uso preciso de la fuerza. Las incapacidades de gobierno, es decir no querer gobernar, hacerlo con frivolidad y descuido, son la esencia del deber legal incumplido.
No te gusta la fuerza ni legítima decía en su candidez de suma ignorancia Fox, es no tener aptitud de gobierno. Mejor ni que se metan en eso.