Columna del 3 de febrero del 2020
Los Cambios Tienen Reversa: El Brexit
Jorge Miguel Ramírez Pérez
Algo que parecía imposible sucedió el 31 de enero, a las doce de la noche hora de Londres. El Reino Unido dejó de pertenecer a la Unión Europea. Cortó los hilos de una relación política y económica muy absorbente que no siempre satisfizo a los británicos, porque no solo entendían las ventajas obvias de su poderío económico, sino que como en su momento lo dijo Margaret Thatcher, no era deseable la construcción de un súper estado, centralista y autoritario, que finalmente es como muchos del Parlamento ven a la Unión Europea de hoy.
La relación económica entre las dos entidades, queda aparentemente a la deriva, y los caminos son si acaso, una reconstrucción limitada a un acuerdo comercial, o continuar con la ruptura, cuyo destino es sencillamente formarse en la ventanilla para pagar aranceles como cualquier hijo de vecino. La competitividad va a resolver el tema.
La transición apenas empieza y pasa por toda una complejidad que huele a tarea de romanos, desde sustituir un edificio legal en todas sus dimensiones, como por la necesidad de estructurar una recomposición social, resultante de relaciones migratorias que surgieron por las disposiciones generales en la materia, que la Unión Europea acordaron en su conjunto y que en el pasado, algunas, el propio Reino Unido respaldó como fue la incorporación de los países de Europa del Este, entre ellos Polonia y Eslovaquia, que junto con otras naciones eslavas representan la presencia de 125 mil personas en territorio británico.
Los analistas también señalan que hay asuntos políticos que pueden escalar y amenazar la seguridad e integridad del Reino Unido. Los casos del Ulster (Irlanda del Norte) y Escocia son dos temas que estimulan los espíritus apasionados del debate parlamentario.
En el primer caso los irlandeses del norte, los loyalties "leales a la Corona", es decir los que buscan la permanencia dentro del Reino Unido siguen siendo mayoría en el Ulster, y han privilegiado la relación pacífica con la población minoritaria, que desea que Irlanda se unifique sin injerencia inglesa. La integración sigue siendo la de siempre: con dificultades; pero hasta ahora distantes de las acciones violentas de finales del siglo pasado. Con origen céltico ambos, sin embargo, transitan por diversos valores y costumbres: los irlandeses del Norte son de origen escocés y los otros irlandeses, tienen sus raíces comunes con la vecina República de Irlanda que sigue perteneciendo a la Unión Europea con todo.
El caso de Escocia también tiene un pasado legendario de rivalidades con los ingleses y un porcentaje considerable estima, que ya han tenido tiempo juntos y es tiempo de regresar a los esquemas divididos de la Edad Media. Por lo pronto los escoceses no han logrado separarse, fracasaron en el referéndum del 2014 su último intento.
Y aunque la primera ministro de Escocia, la nacionalista Nicole Sturgeon pidió en el 2019 un nuevo referéndum; aduciendo que le inconviene a Escocia el gobierno conservador de Johnson, éste afirma que no le dará una oportunidad para esa consulta en esta generación. La salida de la Unión Europea, pone mayor distancia a esta operación independentista, que con mucho les alentaba a manejarse bajo el cobijo de la Unión Europea.
Con todo, los británicos, a veces con poca información o excesiva, que para el caso es igualmente confuso; dieron por concluido una aventura o un sueño, que no mostraba señales de convencimiento satisfactorio suficiente, ni para los que apoyaron la salida como tampoco para los que deseaban la permanencia.
Las encuestas tuvieron ligeras variaciones y nunca fueron contundentes. Fue una decisión donde la mayoría de los expertos estaban en favor de seguir con el proyecto de europeización, pero los votantes estuvieron mas inclinados a zafarse. ¡Triunfó Albión!
Me parece que influyó notablemente como en otras latitudes la capacidad de comunicar el asunto. El primer ministro Boris Johnson encajó en la opinión de los parlamentarios que lo vieron resuelto a sacar adelante esta rifa del tigre, porque el trabajo como se dijo es abrumador y las discusiones no parecen tener fin.
Las pérdidas son cualitativas para Europa porque pierden la City, el centro financiero en Londres mas importante de Europa; los unionistas dicen que París o Ámsterdam pueden ocupar su lugar. Yo dudo que esto se de en el mediano plazo. Las finanzas son un elemento estratégico verdaderamente en manos de las clases que piden mas estabilidad y menos incertidumbres, aunque paradójicamente sean las incertidumbres las que producen mas ganancias; también hay que decir que las especulaciones, no se les escapan con facilidad fuera del cofre del orden que no es trasmisible por puro voluntarismo.
Hay otras realidades que se mencionan también poco, pero son muy concretas. Inglaterra es la quinta economía mundial, debajo de Alemania. Tiene una fuerza bancaria que también rivaliza con Alemania, que insiste en darle juego a sus finanzas entre los países con deudas impagables como Grecia, Portugal, España e Italia, que están atados al cordón de mando de los teutones. Un asunto adicional muy complicado es la relación con Rusia, que Inglaterra en el tema de la energía, sobre todo, el gas de Siberia; supongo no quiere y no necesita la intermediación de Alemania.
Quedan malestares de las migraciones de los países musulmanes que traen la consigna de apoderarse de Europa, que les dispensa en el esquema de la Unión Europea, excesivas garantías a una cultura que es un factor determinante en la desoccidentalización europea, como sucede en Noruega y en la propia Alemania. Como que Inglaterra ya no quiso pagar ese precio, que su propia clase trabajadora también rechaza. Los excesos de las ONG´s y la educación procaz para infantes en el tema sexual, también tiene detractores en el Reino Unido.
Por último, el Reino Unido y en particular Inglaterra tiene consumidores, están como Estados Unidos: son potencia en comercio internacional pero también gastan y compran a otros países, no como los asiáticos. Entonces son un factor determinante y real en la economía mundial.
Les va a ir bien, sin tantas ataduras de Bruselas, tanta burocracia europea extravagante que satisfacer; y nuevamente demuestran que siempre es posible revertir errores por enredados que los dejen.