Columna del 27 de mayo del 2020
No hacen falta la mayoría de las oficinas públicas: federales, estatales y municipales
Jorge Miguel Ramírez Pérez
Esta epidemia trajo muchos asuntos soterrados, a la luz pública, asuntos que a simple vista los ciudadanos no ven, pero que las circunstancias han ido haciendo visibles, día con día. Entre ellos, está el tema de la burocracia inútil, un asunto que es muy espinoso porque nadie lo quiere tocar, pero que tiene mucho peso en términos de dinero y de la orientación del gasto público en el rubro de sueldos y salarios; porque cada vez hay menos que se destine a infraestructura. En diez años creció la burocracia 30%, de un millón 200 mil empleados, hace dos años ya eran un millón, 567 mil empleados.
Hoy ni siquiera sabemos como se ha incrementado la nómina, pero los "siervos de la nación", ese grupo que hace tareas de la administración pública es todo un ejército que hay que añadir. En el mismo caso están los integrantes de la Guardia Nacional. La burocracia federal es enorme.
Lo mismo sucede con las burocracias estatales y las municipales que no tienen dinero para indemnizar a los empleados que despiden, solo los echan y hacen changuitos, para que no se vayan a los tribunales porque no hay dinero para pagarles a los miles, que han sido corridos y que ganan en los juicios, pero pierden bajo el argumento de que la dependencia que debe, no tiene presupuestada la erogación de los despidos.
Y es inconcebible para la racionalidad, que en una era donde impera una sociedad de la información tecno científica, donde se han alcanzado por la informática, objetivos no imaginados como la clonación de la oveja "Dolly" y el desarrollo de fórmulas atómicas; la burocracia siga en los mismos rieles vetustos de hacer tareas repetitivas, que las revisa un revisor, que a su vez requiere ser supervisado, y así hasta el cansancio, para finalmente rechazar los trámites. De los cuáles el BID, afirma que tienen costos adicionales que absorbe el sistema de gobierno, porque el promedio de tiempo que se invierte son 7 horas por trámite, significa el equivalente a un día de salario.
Como digo, en las escalas subnacionales: la estatal y la municipal es incluso peor el cúmulo de ineficiencias.
Y es así, porque en principio, el criterio madre para entrar en la administración pública es el denominado como "adscriptivo" uno que como señalaba Max Weber, se contrapone al sistema "adquisitivo" que se basa en los méritos y capacidades administrativas.
Y si usted ha escuchado que el funcionario tiene "gente de confianza", en términos técnicos lo que dicen: es que ese amigo, está rodeado de un séquito personal de incondicionales cuya capacidad solo la mide su jefe en términos de adhesión personal, gente que hace el papel de cortesanos, de bufones y favoritos, cuya virtud es hacer lo que se les indique y callar, lo que se llama en términos de la mafia siciliana la "omertá", el silencio cómplice, la confianza para hacer lo incorrecto y no soltar la sopa. El sistema adscriptivo es un sistema decía Weber, de reparto del botín.
El sistema de reclutamiento y selección del personal público mexicano tradicionalmente ha sido un sistema de botín, porque la fuerza de los cuates y los partidos, obligan que el alcalde, el gobernador y el presidente ocupen cargos atendiendo compromisos de compadrazgo y de complicidades, sobreponiendo como jefes a sus incondicionales, encima jerárquicamente de los que antes habían sido "incondicionales" del anterior y así sucesivamente, generando generaciones completas de burócratas que como capas voraces, se enciman a los anteriores, y siempre Godínez el de mero abajo, hace la chamba de todos los de arriba.
Así que, aparte de la "Exaltación de Ineptitudes" las que analizó en su atinado libro bajo ese nombre, Rafael Ruiz Harrell, a propósito del gabinete de Miguel de la Madrid, donde dice que siempre el líder mas incapaz es apoyado por el saliente, y así se repite el error a propósito, secula seculorum, por los siglos de los siglos; tenemos que considerar que siempre es mas fuerte el poder de los incondicionales improvisados, al grado que se van heredando esos fardos, por las administración que siguen, que vienen de otros partidos, y de otros grupos con las mismas ganas que los anteriores, de repartirse el botín, sin saber cómo.
Entonces ese ejército que debía ser un 90 % menos, en las tres escalas de gobierno, de pronto el Covid19, los evidencia...
Porque llevamos casi tres meses de no necesitarlos, se cayó la máscara, así que la normalidad será eliminar los gastos que estorban, ¿o no?