Columna del 10 de agosto del 2020
La educación mexicana en grave riesgo
Jorge Miguel Ramírez Pérez
Hasta antes de la pandemia los datos del Banco Mundial del 2019, anotaban que la economía mexicana tuvo un producto interno bruto anual de 1 billón 149 mil 919 millones de dólares (mdd), lo que significaba el 1.54% de la economía mundial. Es decir nuestro país fue la 15ava. economía más grande del mundo. En contraste con su desempeño económico, de los los 36 países que integran la OCDE, México ocupó el último lugar en educación, con todo que erogó el 17% de su presupuesto, muy por encima de la media de los países de la OCDE que fue del 11%.
En otras palabras, tuvimos una economía sobresaliente en comparación del muy pobre desempeño en materia de educación. Una actividad sustancial del desarrollo del país que además de pésima, resultó muy cara.
Con la pandemia, los resultados previsibles tanto de la economía como de la educación trazan una ruta muy complicada. La caída de un 18 % del producto interno bruto, apreciación relativamente optimista se empieza a sentir con la baja del INFONAVIT de un millón de trabajadores, en el semestre de enero a junio.
Pero si en la economía el escenario es el peor de la historia del país, desde que el seguimiento de datos se tiene con continuidad, ayuda aunque sea sicológicamente que todo el mundo padecerá cada vez más los estragos de la pandemia en la economía, no somos los únicos en la debacle.
Ayuda en lo real y mucho, la feroz guerra comercial con visos de guerra de mayor espectro, la que libra Estados Unidos contra China; que para no dejarse rebasar por los orientales y servirse del soporte de México, les urge a nuestros vecinos que las cadenas productivas se mantengan para no perder el liderazgo mundial. Esa es una salida real no suficiente, por el grado de deterioro con tan baja inversión en este gobierno, pero a pesar de todo, es una buena oportunidad por ejemplo, incluso para abrir mayores espacios de competencia en los que todavía interviene China; y las cosas se facilitarían, porque la presión de Estados Unidos ha subido de nivel para no dejarse rebasar.
Pero algo bien distinto sucede en educación, no solo porque la infrestructura conlleva una terrible cronología de corrupción, sino porque la indiferenciación de la adminsitración de la educación con la docencia organizada ha generado una caótica gestión, porque no se sabe donde están las fronteras entre los intereses y responsabilidades del gobierno y los espacios cedidos en el tiempo al sindicalismo apoderado de cargos y decisiones de hecho.
Los costos de la plazas en el mercado negro, las plazas hereditarias y los negocios de la educación son marañas, que distorsionan la actividad educativa; las indefiniciones de competencias federales y estatales, excluyendo a los municipios; la multiplicidad de sindicatos, las secciones violentas manipuladas por guerrilleros del siglo pasado y líderes antisistémicos , mas bien vandálicos; la renuencia a las evaluaciones y el dominio de izquierdistas radicales en la elaboración de programas educativos son algunos de los vicios insolubles de la educación en México.
Gobiernos llegan y se van y no hay mejoramiento. Nadie quiere algun tipo de ordenamiento. Los que padecen esas plagas del tipo bíblico en la educación, son los que mas indefensos se encuentran: las nuevas generaciones, que van a la transformación paulatina de jumentos condenados a convertirse en mano de obra barata en la divisón internacional del trabajo.
Y ahora con la imposibilidad de abrirse los planteles por la pandemia, se acabó el viejo modelo anarquista hasta ahora padecido, por uno sencillamente inoperante, clases por televisión, producción de libros que nadie o muy pocos leen; y la salida venturosa pero a la vez obligada y grave, del magisterio que el gobierno no sabrá que hacer con ellos, sino ceder, dejarlos en vacaciones perenes porque no hay condiciones de domarlos en sus planteamientos insaciables, pletóricos de egoísmo.
No todos, pero casi todos esos maestros que estuvieron entregados a la grilla, y a buscar prebendas y ventajas como acción primordial de la vida, de pronto se van a ver libres de toda función; y en vez de que los indemnicen, se van a conviertir en rémoras que van a contratarse en las escuelas particulares a ganar doble, a enseñar en su estilo, para mantener a México, lo más posible en el último sótano de la educación mundial.
Los maestros estelares serán vistos dando clases con los contenidos oficiales. Temas para explicarle a la niñez, si quieren, cómo pueden cambiar a una "preferencia sexual"; o cómo redistribuir la riqueza de otros, y porqué deben conformarse con solo un par de zapatos. Esos actores profes, serán los López Gatell de las materias; seis maestros solamente para la primaria, para los canales de las estrellas, los miles de maestros de ahora como dijimos, ya sobran, llevan meses de vacaciones.
A los que seleccionen en el Zocalo para salir a cuadro, los vas a ver al principio idolatrados como prospectos políticos y en unos meses más, o tal vez semanas, diciendo burradas o contradiciéndose a diario como Gatell.
En las mañaneras van a cantar el himno nacional y una maestra revolucionaria les dirigirá una arenga y loas al poder; y si usted se queda a la "clase", se va a enterar de muchos absurdos, como eso de borrar a Cristo de la historia, porque dicen que en la "línea del tiempo esta es la era, así se llama" y les pregunta alguien: ¿cuál era? Y dicen, la nuestra. Tienen la consigna de no decir era cristiana, por ejemplo.
¿Qué más falta para entender que México está en uno de los peores mundos posibles?