Columna del 26 de mayo del 2021
El éxito de AMLO: dividir a los mexicanos
Jorge Miguel Ramírez Pérez
México hasta la elección del 2018 era una nación unida. En tres años solamente, ha dejado de serlo.
Antes de eso, las diferencias en el país eran soportables. No eran abismales, pocos las veían así. Los políticos del pasado, al menos coincidían en algo elemental: mantener la unidad de los mexicanos. No se atrevían a causar enconos que desembocaran en una violencia colectiva.
Nadie quería que las revueltas llamadas "revolucionarias" volvieran a aparecer. El país en cada descomposición económica y social se retrasó en la realidad. Perdió vidas y recursos. No progresó como se dice, se empobreció. Por eso los políticos lo que más temían era una guerra intestina. La divisa fue sostener al país relativamente cohesionado.
Hubo momentos que asomó la guerra civil, como cuando hace un siglo se tuvieron fuertes enfrentamientos entre los campesinos burlados desde Juárez, -que los despojó de sus tierras comunales- y el gobierno, que culpó al clero de incitarlos en ese episodio de la Cristiada; suceso que, por cierto, no aparece en los libros de historia oficiales. Pero pudo más la razón, si no -como afirma Jean Meyer-, hubiera perdido el gobierno "revolucionario".
Otras algaradas como las estudiantiles y los movimientos sindicales dejaron guerrillas que buscaban la revancha. Pero la gente ponderó la unidad y los movimientos democratizadores no pudieron desquebrajar al país, aún con diferencias notables. México no se cuarteó.
Ni los crímenes políticos de 1994, ni los terremotos causaron rupturas... México se cimbró, pero no se alteró la unidad.
Pero hace unos cuantos meses las cosas han cambiado. El escenario es ominoso, la violencia no es un referente lejano; el crimen envalentonado toma partido y el presidente, es un conspirador de tiempo completo, quien debería calmar los ánimos, pero atiza el fuego de odios. Nadie antes se había atrevido a provocar el odio entre los nacionales.
La violencia verbal, el anti-gobierno son sus armas para escindir familias y amigos. Esa es su única razón para ocupar el mando.
Porque López Obrador de todo lo que se ha propuesto nada ha culminado, se encuentra atorado o abandonado. En nada ha tenido éxito, ¡vaya ni en organizar una rifa!
Todo le ha salido muy mal. Su visión reduccionista de creer que el gobierno es un asunto fácil, de improvisaciones con inútiles leales a su persona, arrastra a una nación pujante hacia el pasado.
En todo ha fracasado la cuarta. No hay un tema objetivamente que les haya salido más o menos.
En lo de las medicinas AMLO no metió a la cárcel a los grandes intermediarios, porque les sigue comprando; ni puede conseguir suministros en ninguna parte. Se basa en rumores, solamente él cree, que la ONU es un organismo eficaz que ayuda a conseguir medicamentos y hasta creyó que le darían vacunas gratis. No señor, su información es deficiente, la ONU es un dolor de cabeza hasta para los EUA que es el país que paga esa enorme e inútil burocracia que, a falta de trabajo en esta época, -porque fue creada para simular acuerdos de la guerra fría que terminó en 1991- se dedican a promover a políticos gay, eso es todo, infórmese. La ONU y la carabina de Ambrosio son lo mismo. Con decir que es más foro la OEA.
¿Y qué decir de la pandemia pésimamente gestionada? No dieron una; la vacunación manipulada con revolturas electorales; las cancelaciones de inversiones a cuenta de los contribuyentes, no de los inversionistas supuestamente desaseados. La supresión de toda la inversión en los estados, la desaparición de los servicios médicos del seguro popular; la anulación de la acción coercitiva contra el crimen organizado; el descontrol migratorio, las carencias de agua y de energía; la falsa reforestación, la incapacidad de atacar a la corrupción y muchos asuntos en cualesquiera de los temas de gobierno que son un fracaso. Y no le sigo porque tendría mucho que escribir de los fracasos....
Pero ante ese panorama hay algo en lo que sí ha triunfado AMLO, y es en lo único que avanza: dividir a los mexicanos.
Ya les metió a sus fanáticos el viejo dogma de la lucha de clases, "pueblo bueno contra fifís". Una jalada de los pelos tan simplona, pero tan propia de las mentes criminales: decía Hitler, arios contra judíos; Stalin: revolucionarios contra contra-revolucionarios; Castro, patriotas contra los aliados del imperialismo yanqui.
Por el mismo rumbo equivocado, surgen rollos de pleito entre las instituciones, "todos contra todos" y no falta un jefe militar que debería parar el crimen en el mar y costas, que se lanza contra el presidente de la corte, le dice enemigo, y aunque se lo merece el juez por aprontado, no deja de ser un atentado de un poder contra un poder distinto, que se deberían respetar. Instituciones contra instituciones
Por eso asombrada dice la periodista de investigación Anabel Hernández, que Rubén Rocha el que quiere ser gobernador de Sinaloa por Morena, presume que cuenta con el visto bueno de los capos en papel de grandes electores. ¡Un mundo al revés! ¿Y entonces que fregados con las leyes?, ¡Los que aspiran a dirigir las instituciones en contra de las leyes!
Por donde se le vea, el plan es dejar al país dividido y de cabeza.
En estas elecciones los resultados van a arrojar no solamente números, como fue la vez anterior; sino una dicotomía de fondo: mexicanos que urgen la unidad y resentidos que quieren dividir el país.