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¿México narcoestado y fallido? Aureoles no fue recibido

Columna del 30 de junio del 2021

¿México narcoestado y fallido? Aureoles no fue recibido

Jorge Miguel Ramírez Pérez jmramirez3

 

No me puedo imaginar qué falta para declarar a nuestro querido y amadísimo país como un narcoestado. Porque todos los días las demostraciones de poder acompañadas de su correspondiente impunidad de parte de las bandas delincuenciales, se hacen evidentes.

Videos profusamente divulgados donde sujetos capturados de las bandas rivales confiesan sus fechorías y son ejecutados, se ha vuelto un lugar común, a nadie sorprenden.

Si el lector supiera que por prácticas semejantes en otras latitudes, por ejemplo las ejecuciones de parte de los criminales del autoproclamado Estado Islámico, fueron un detonador suficiente para que las potencias se unieran contra esa deformación política y religiosa, en una guerra sin cuartel; sabrían que desde sus mullidos sillones de complacencia, esas manifestaciones de violencia no pueden quedar allí, como si no hubiera pasado nada.

Pero no se acongojan los ciudadanos, los pocos que se les puede considerar en esa categoría, ni tampoco la masa se conmueve ante las masacres, despojos, violaciones, y deportaciones de cientos o miles de habitantes que sufren bajo este estado de terror, sin que nadie, absolutamente nadie haga algo por detener ese clima que, a decir del alto mando del Comando Norte, acongoja el 35% del territorio nacional.

Y como dice con valentía el gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, no se puede combatir al crimen cuando se encuentra en condiciones de protección de las autoridades encargadas de combatirlo y lo que es peor, ahora existen corrientes políticas estructuradas en torno a partidos y organizaciones que inciden en el poder público, usando el medio de gobierno, las formas ejecutivas de la violencia física legítima, en su favor, porque la relación de los criminales con los políticos avalados por ellos financiera y operativamente, han dado paso a un híbrido destructor de la vida de las instituciones: la clase narcopolítica...

Esos narcopolíticos surgidos cada vez más numerosos y cada vez en más altos cargos, es una clase espuria que desde hace tiempo viene deformando la vida de México, con deterioros evidentes de la baja calidad de vida colectiva que se experimenta.

Y son muchos los señalados en ese tinglado de traición, ayer, por ejemplo, se publicaba en el influyente diario español "El País" que el abogado Juan Collado, estructurador de negocios de políticos de alto rango, ahora en prisión era un maniobrador de lavado de dinero de uno de los grupos delictivos de México. Por sus relaciones con expresidentes y su vida social de relumbrón, no podría ser un delincuente aislado del poder público.

Pero desde hace décadas los nexos políticos con los barones de las drogas han sido la constante de un gobierno que parece trabajar para algún grupo de maleantes en vez de otro.

Policías políticas como la Dirección Federal de Seguridad, policías ministeriales y los antes denominados judiciales; jefes militares y políticos de las áreas de seguridad, eran asociados directamente con el padrinazgo de los capos o de la intervención de intermediarios entre estos y los hombres de las decisiones, para incrustar malandros que tanto usaban los uniformes de la ley burlada, como los roles de malditos, con el mismo entusiasmo y sangre frías para mantener a México sojuzgado por la suciedad.

Pero hoy las cosas han cambiado, los jefes del crimen no solo quieren imponer jefes policiacos, sino políticos de todos los rangos: diputados, gobernadores y hasta presidentes, que por lo menos se hagan de la vista gorda como si no hubiera un grave problema que amenaza a cada mexicano.

Porque mayor prueba de que no les importa el dominio del crimen a los que deben combatirlo, que ni siquiera se dignó Obrador en recibir a Aureoles, aunque sea como es su costumbre para cabulear al que se le pare enfrente. Sencillamente argumentó que no era ministerio público, otro que dice: ¿yo, porqué?

Y aunque Zbigniew Brzenzinski, el malvado asesor de seguridad nacional de Carter, decía que ningún país podría prescindir del crimen organizado para gobernar; habría que entender aceptando sin conceder, que los jefes de los malos se encargarían de mantener un orden en el bajo mundo, siempre y cuando hubiera una hegemonía de poder para ese efecto. En otras palabras, habría en ese cínico esquema un jefe reconocido. Cosa indispensable...

Y para acabar, aquí los narcopolíticos no son sino apéndices de poder fragmentado de las mafias, que por lo menos en estas condiciones están en pugna y no tienen hegemonía entre los villanos...

Así que una vez zozobrando el estado de derecho convirtiéndose en un estado fallido, ni siquiera el de los narcopolíticos puede emerger como sustituto bizarro, porque para rematar es un narcoestado fallido porque no puede someter a los grupos rivales que están en pugna sin cuartel.

Un narcoestado fragmentado hasta en su negritud, ¡Dios nos tenga misericordia!