Columna del 21 de julio del 2021
¿Qué se busca en realidad con la Consulta?
Jorge Miguel Ramírez Pérez
En política sería infantil y casi de demencia por atrofia cerebral, creer que es con consultas como se debe conducir la justicia. Es algo falso, pernicioso e ilegal.
El instrumento de consulta no es para preguntar si en México se debe aplicar la ley, menos para preguntar si esa las leyes se pueden aplicar a personas específicas. Por supuesto que es contrario a la razón política y jurídica preguntar ese disparate.
Y como no podemos pensar que quien propuso ese mecanismo de consulta es un cretino o un enajenado, definitivamente hay un propósito oculto para proponer tamaña ilegalidad y que el pueblo ingenuo la acepte. Es una argucia pervertida.
Lo voy a decir con peras y manzanas: En primer lugar, cualquiera que sea presidente de México, solo tiene mando legal en el poder ejecutivo de la Federación, en ningún otro poder federal, sea legislativo, judicial o autónomo. Tampoco en los poderes de los 31 estados, ni en el Gobierno de la Ciudad de México y no, tampoco en los aproximadamente 2446 municipios del país. Eso, haya que tenerlo en la cabeza. Eso dice la Constitución. Pero de todos los poderes que formalmente no tiene, el que si tiene es el de ordenar sin dilación, que se persiga el delito que sea, del tamaño que sea.
Y aunque no tiene los demás poderes sujetos legalmente, por la vía de su partido y sus aliados, de hecho, tiene poder de sobra. Eso es debido a una tradición de sumisión total, porque ellos, los demás que no son parte del poder ejecutivo federal, realmente lo obedecen a todo lo que les indique, incluso saldrían sobrando. Cobran y ocupan espacios sin ejercer sus facultades jurídicas como indican las leyes.
De tal forma es la esclavitud al presidente, que odian hasta a las mismas personas que él odia y por ejemplo, no hacen lo que deben hacer, como combatir el crimen que señalan las leyes, porque el presidente no lo hace; ya sea porque está acobardado o porque ha pactado con los capos, y: "lo que hace la mano, hace la tras".
Eso no es democracia, y en México la gente sigue pensando como en la época de Porfirio Díaz, darle todo el poder al presidente y a su gente para que nadie tenga otro punto de vista. Es una característica del tercer mundo, de las dictaduras y gobiernos de baja calidad ciudadana. En los países avanzados, en todos menos en las dictaduras, repito, los del propio partido del presidente tienen posiciones divergentes, son personas en uso de sus facultades mentales, verbales y no zombis.
Y el presidente cuando toma posesión del cargo, jura, es decir, se compromete so pena de perder el poder, en respetar y hacer respetar la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos.
No es opcional, es su obligación fundamental y me atrevo a decir: única.
En el momento que el presidente que sea, intenta no respetar y hacer respetar la Constitución, de facto, es decir, en la realidad, ya no es presidente. Se convierte en un político contrario al país, porque está desobedeciendo y rompiendo con su único compromiso para el que se le da poder, por eso se le da poder colectivo, para llevar a la justicia a los criminales, a todos aquéllos que se burlan y se han burlado de la Constitución y sus leyes. Tiene, es su obligación, que llevar a la prisión a quienes sabe, cometieron crímenes no contra él, ojo; sino contra todos los mexicanos, porque eso señala la raíz constitucional.
El criminal ya sea pandillero, delincuente común, empresario, o expresidente, no son impunes. El presidente está obligado por juramento y por legalidad, a hacer uso de los medios que tiene para ejercer la justicia, se oponga quien se oponga. Nadie debe ser impune. No le tiene que preguntar a nadie, si tiene los elementos que dice tener y no son falsos debe actual quiera la oligarquía o no, quiera el populacho o no. No es venganza social, es mandato legal.
Entonces debe el presidente, si en verdad sigue siendo presidente de México, de inmediato obedecer las leyes que juró e instrumentar las acusaciones por la vía correspondiente y darles reja a los que dice son de lo peor. Sencillamente demostrar jurídicamente sus fechorías por las vías legales no por linchamiento popular, porque no existe esa figura en los ordenamientos legales. Si recurre al linchamiento popular deja de ser autoridad, porque instiga directamente que la ley sea violentada fundando en la presunción o la fama pública, lo que debe ser un proceso legal. ¿Me equivoco?
Entonces lo que se pretende hacer el 1º. De agosto es muy grave.
Porque aparte de considerar a la Constitución como una basura por quien debía ser su defensor número uno; en segundo lugar, se cocina algo nauseabundo: si la gente sale y aprueba ese mamarracho de consulta, va a decir que la gente lo pidió y va a romper el Pacto de Impunidad presidencial perverso; algo que demostrado está, no quiere. Va a tener que llevarlos a la cárcel a todos y a los que se prestaron a operar malignamente. Lo que parece superficialmente bien, pero mal en el fondo. Lo debe hacer sin consulta, si respeta las leyes.
Si la gente no sale a decir nada sobre esa enredada opinión mal redactada va a decir Amlo que la gente validó el Pacto de Impunidad, pacto que hasta la fecha él respeta contra viento y marea. La libra, y desobedece a las leyes.
En ambos casos pone a la muchedumbre por encima de la Constitución y de las leyes, y va acostumbrando a la gente a violar derechos, así como las consultas chafas del aeropuerto de Texcoco y la cervecera de Mexicali, que tuvo que pagar el pobre y tonto pueblo, como por el doble de su valor.
Todo ese circo costosísimo es para lo que él quiere: pasarse por las patas el artículo constitucional, que costó un millón de vidas, la no reelección; argumentando que el pueblo lo pide, y eso, dirá que es suficiente. Por eso se burla de sus destapados, a los que mandó prematuramente a una carnicería de caníbales. Al final solo queda él... ¿me equivoco?