CULIACÁN.- (Noroeste) Las urnas probaron ayer el sabor del desencanto. Sobre todo en Culiacán, donde nunca antes, los ciudadanos habían hecho valer su hartazgo.
Lo dejaron asomar, desde temprano. Lo mismo en zonas residenciales que en colonias populares de la ciudad. Solitaria mañana en la capital del Estado, donde algunos templos de la Chapultepec, La Campiña, la Burócrata, están a reventar, mientras en las casillas se asoman uno que otro culichi que quiere cumplir su deber cívico e irse a descansar a casa, o al trabajo.
Pero la sorpresa se la llevan no pocos, que encuentran centros de votación vacíos, a donde no llegan los funcionarios designados y supuestamente capacitados por el Consejo Estatal Electoral. Es la casilla 768, de la Chapultepec, donde tres ciudadanos tienen que tomar el lugar del secretario y los escrutadores, mientras que Omar Moreno, quien era sólo suplente, tiene que entrar a "quite" como presidente. Mónica Tamayo de la Cuesta, una de las tres que hacían fila y tuvieron que quedarse a organizar la jornada, cuestiona. "Ya lo hacen de adrede", concluye, cuando están por recibir el primer voto, cerca de las 10:00 horas. Ahí llegan los Sadol Osorio, el padre y el hijo, ex Alcalde y ex Diputado local, en medio de la soledad de la casilla, que por 30 años "vio" triunfos del PAN.
No es distinta la historia en otras coordenadas de la ciudad, tapizada, como pocas campañas se recuerdan, de espectaculares y pendones de los candidatos Sergio Torres y Eduardo Ortiz.
Y de muchos otros candidatos a diputados de cartón, sin estructura ni base social, que hicieron de 36 días de campaña una fiesta para su propia vanidad y culto al ego. Demasiada la arrogancia, para tan escaso entusiasmo.