EL CAIRO.- (La Razón de España) «Estaba agachado en el suelo rezando. Cuando el imam terminó las plegarias, empecé a oír disparos», cuenta Mohamed, un joven manifestante islamista. «Me levanté del suelo y no me dio tiempo a ver qué estaba ocurriendo: me impactó un cartucho en la oreja izquierda, y perdí el conoci-miento», añade con la cabeza ensangrentada. Ha perdido el oído debido a este impacto, pero asegura que no tiene miedo y que seguirá manifestándose. Muchos otros perdieron la vida: al menos 51 personas fallecieron por la violencia que se desencadenó al amanecer junto al cuartel de la Guardia Republicana en El Cairo. Los seguidores del depuesto presidente Mohamed Mursi llevaban días acampados a las puertas del edificio, donde se cree que está retenido el mandatario desde que el miércoles pasado fuera depuesto por los militares.
Los manifestantes acusan directamente a las fuerzas armadas de haberles atacado y abierto fuego sobre los fieles que realizaban el primer rezo del día, denominado del «fagr» (amanecer). Por su parte, los militares aseguran que fueron atacados por «grupos armados», con armas de fuego, cócteles molotov y balines: un soldado falleció y 42 resultaron heridos, y el Ejército arrestó además a 200 personas en el lugar de los hechos con «cócteles molotov y una gran cantidad de armas y municiones». «Dicen que tenemos armas en esta mezquita pero no es cierto; estábamos simplemente rezando de forma pacífica», asegura a LA RAZÓN Maryam, una joven cubierta por un ropaje azul de los pies a la cabeza. Maryam estaba rezando en la mezquita de Mustafa, junto a la sede de la Guardia Republicana, cuando empezó a escuchar disparos y a la gente que pedía ayuda desde la calle. «Abrimos las ventanas y puertas, y el gas lacrimógeno nos asfixió, los hombres nos llevaron a las mujeres y a los niños a una zona segura», relata. «La Policía y el Ejército nos atacaron porque votamos al presidente Mohamed Mursi hace un año y ahora reivindicamos que es el presidente legítimo de Egipto», declara con convicción y lágrimas en los ojos.
La doctora Amal Mohamed estaba en su casa cuando vio en la televisión las noticias y acudió corriendo al lugar de los hechos, que fue posteriormente acordonado por el Ejército, el cual se desplegó masivamente en los alrededores. Cortaron las carreteras e imposibilitaron el movimiento en los barrios de Medinat Nasser y Heliopolis. «Había sobre todo heridos por cartuchos y por fuego, y asfixiados por el gas lacrimógeno», detalla a este periódico la doctora. Algunos heridos fueron llevados hasta la mezquita Mustafa, pero la mayor parte fueron evacuados por los servicios de emergencia a los hospitales cercanos. El número total supera los 431 heridos, según datos oficiales. En el hospital de Ain Shams recibieron a 42 de ellos en las primeras horas de día, todos por arma de fuego, declara Ibrahim Magdi, portavoz del centro hospitalario, que no permite que la Prensa vea o hable con las víctimas. «Las heridas son de bala, en el cuello, en los brazos y piernas. En la mayoría el impacto no es directo, pero tenemos un caso grave de un hombre con una bala en el fémur, perdió mucha sangre», explicó Magdi a LA RAZÓN. La dirección del hospital de Ain Shams prefiere que la Prensa tampoco hable con los familiares. Algunos se encuentran en la cafetería, como el hermano de un joven que recibió una bala en el cuello: los médicos le han asegurado que está estable, pero teme que su situación empeore. «No sé a quién culpar, no sé qué pasó, sólo sé que me llamaron y me dijeron que mi hermano estaba herido, que le habían disparado cuando estaba rezando», dice desconsolado.