Detrás de las montañas y en medio de una vegetación inimaginable, se encuentra el poblado de Pánuco, donde cada año se festeja en los primeros días de octubre, a la Virgen de Panuco; se cuenta que esta Virgen pertenece al poblado de El Rosario y la de El Rosario a Panuco, por lo que en muchas ocasiones las han intentado cambiar pero sin efecto. Pues narra la leyenda que cuando los feligreses de ambas poblaciones deciden iniciar la procesión de reintegración, conforme avanzaban las Vírgenes se hacían más y más pesadas, al grado de que no había poder humano capaz de soportar su peso. Dicen, que cuando se dan por vencidos, deciden regresar a las parroquias, y para sorpresa de todos, el enorme peso desaparece. Lo que los llevó a la conclusión que ambas vírgenes se habían enamorado de sus nuevas comunidades y no deseaban volver a su original recinto sagrado.