Columna del 3 de abril de 2020
La Educación: primer eslabón para una transformación profunda
Pedro de Legarreta
Pareciera un lugar común decir, que es con la educación que se logran los verdaderos cambios en un país, pero es la verdad, y sin éste orígen de cambio, todos los demás cambios son insostenibles.
Como en todo, hay cosas positivas que se deben preservar: existe una infraestructura educativa que alcanza una gran parte del territorio nacional, maestros capaces y entregados; con sus excepciones y deficiencias, cierto, pero es una planta toda ella, que garantizan la cobertura y atención de la infancia y la juventud. Y existen mecanismos de coordinación nacional para dar cierta homogeneidad... esto se tiene que mantener, consolidar y cuidar.
Pero en el panorama también hay obstáculos insalvables: un sindicato que es en realidad un mecanismo de presión política y que le interesa todo, menos la educación de sus pupilos como prioridad; otro obstáculo es una centralización e ideologización de la educación que la frena, toma a maestros, alumnos y hasta padres de familia como rehenes y carne de cañón en las luchas políticas. Éste sindicato está más orientado a los temas electorales que a la educación, y todos los actores políticos lo saben y nada se ha hecho para enmendar la situación.
Otro impedimento para la formación académica es el Libro de Texto "gratuito y obligatorio", un instrumento que está lleno de cargas ideológicas, en su mayoría marxistas, y que interpretan y tergiversan la realidad de acuerdo a los intereses particulares de quienes ordenan su publicación. Esto es particularmente grave en los temas de historia y en los de educación de la sexualidad, donde sin ningún rigor científico se entroniza a actores secundarios, se hacen desaparecer episodios enteros de la vida nacional y se hacen afirmaciones que no tienen sustento científico ni documental.
El tercer gran obstáculo de la educación en México es el centralismo: los planes y programas; los calendarios y hasta los contenidos específicos se determinan en un escritorio de la Ciudad de México que igual desconoce las realidades en el municipio de San Miguel Panixtlahuaca de Oaxaca, el de San Pedro Garza García en Nuevo León o Izamal en Yucatán. Éste centralismo impide ver las realidades demográficas, económicas, políticas, sociales, culturales y ambientales que determinan las necesidades educativas en cada región del país.
Para transformar la educación en México habría que analizar la pertinencia de dividir a nivel estatal o incluso municipal la educación, pero manteniendo una coordinación nacional que homogenice los contenidos más generales, especialmente de las ciencias, la matemática y la lengua; que brinde alternativas terminales a nivel de bachillerato con capacitación adecuada para incorporarse al trabajo de acuerdo a la vocación económica de cada región. Que toda la comunidad educativa maneje correctamente el castellano y alguna lengua extranjera así como el dominio de las matemáticas y el manejo de computadoras y su paquetería más elemental.
En los niveles locales de educación quedaría la responsabilidad de conocer los aspectos geográficos relevantes, la historia comunitaria, los valores y tradiciones que dan identidad a los pueblos y, de manera muy importante, la vinculación con los sectores productivos para que los jóvenes sean capaces de vislumbrar planes de vida que los impulsen a un mayor interés en su educación. Porque finalmente lo mas difícil es enseñarle a nuestros hijos a trabajar.
En esta nueva concepción educativa, son los padres los primeros responsables de la educación de sus hijos. No se vale que los lleven a la escuela y esperen que allí aprendan lo que en casa no les enseñaron, esa parte toral que solo se entiende y aprende en el seno del hogar: responsabilidad, honestidad, respeto, dignidad, valor civil, limpieza, orden y demás virtudes necesarias para el aprendizaje. Y del mismo modo, a través de las sociedades de padres de familia y los Consejos Escolares de Participación, se debe tomar en cuenta como elemento sustancial a los padres para que lo que se enseña en la escuela, no contradiga lo que se aprende en el hogar, siempre dentro del marco de la ley.
Hoy hay vacíos de comunicación con quienes se debe tener: los padres, no existe un verdadero diálogo en torno al crucial tema educativo, las decisiones que se están tomando desde el gobierno en materia educativa parecen más acuerdos cupulares, sectarios e incluso algunos de atención a intereses extranjeros, que una agenda para buscar la posibilidad de que nuestros hijos obtengan, a través de la enseñanza, las herramientas necesarias para vivir en el mundo contemporáneo con posibilidades de éxito humano, material y espiritual.
Esta es mi opinión, ¿usted qué opina?