Construir una sociedad en paz es responsabilidad del Estado, pero éste, como ya lo hemos mencionado en este espacio, somos todos, no solamente el gobierno.
Tres elementos son fundamentales para lograr un Estado seguro: respeto a la ley, cultura de la legalidad y bajos niveles de impunidad. De estos tres elementos, dos corresponden a toda la sociedad (incluido el gobierno) y uno al responsable de administrar la justicia.
Respeto a la ley: los ciudadanos debemos tener inculcados los valores de respeto a la ley como son honradez y honestidad, integridad, respeto, responsabilidad, etcétera; de esta manera nuestra conducta será dentro de los límites que marca la ley en la mayoría de los casos y las faltas serán menores, dejando tiempo a la autoridad para perseguir los delitos verdaderamente graves que laceran a la sociedad. ¿Se imagina usted cuántos recursos de seguridad pública son destinados por los municipios y los estados para minimizar las faltas viales, a la limpieza, al desperdicio de agua, al grafiti y otras faltas menores que deben ser cuidadas para el bienestar general de la población?, ¿se imagina si esos recursos pudieran ser destinados al combate de robos, homicidios y extorsiones? Y todos somos responsables de esas “pequeñas” faltas, que sumadas hacen un gran desorden urbano.
Cultura de la legalidad: aunque pudieran parecerse mucho, la cultura de la legalidad aquí la refiero a la responsabilidad civil que tenemos de denunciar el delito, prevenir el crimen y educar en el cumplimiento de la ley. Cuando entran a robar nuestra casa, cuando nos asaltan en el vía pública o cuando vemos a alguien cometiendo un delito, tenemos la responsabilidad de denunciarlo. Desgraciadamente como sociedad y ante la desconfianza de las autoridades es mínimo el número de delitos que se denuncian, incluso se llega a dar el caso de que una vez recuperado un bien, por ejemplo el automóvil, los ciudadanos se rehúsan a testificar contra el delincuente, ¿cómo podemos tener seguridad si ni siquiera en esas ocasiones apoyamos a nuestras autoridades a detener la ola de inseguridad.
Reflexionemos sobre nuestras responsabilidades ciudadanas y cumplámoslas, para que entonces sí estemos en condiciones de demandar a nuestras autoridades la disminución de la impunidad, la cual es su responsabilidad exclusiva.