No tiene nada que ver con la conmemoración de los 100 años de la llamada Gran Guerra o Primera Guerra Mundial donde se estima que murieron más de ocho millones de personas y otros seis millones resultaron discapacitados.
Tiene que ver con intereses de tipo económico, político y geográfico (igual que las dos Guerras Mundiales anteriores) y la capacidad para comercializar sus productos y por tanto generar la riqueza que está demandando la nación para generar empleos, satisfacer las necesidades de justicia, educación y crecimiento.
Aunque aún no se ha declarado, se ven claramente ya los movimientos de tropas, las gestiones diplomáticas y las estrategias para aislar al enemigo en lo económico y lo productivo.
Los esfuerzos por ganar la complicidad o al menos indiferencia de China ha sido un esfuerzo titánico tanto de Rusia como de los Estados Unidos, éste último incluso envió a la Primera Dama, Michelle Obama, para tratar de hacer gestiones diplomáticas de alto nivel antes de la reunión del G7 el mes pasado en Bélgica.
Las tropas rusas están extendiéndose a lo largo de la frontera Ucraniana y los portaaviones y aeronaves de la OTAN se han desplazado hacia la región.
Rusia está haciendo esfuerzos ingentes para evitar que las potencias Europeas y Estados Unidos la debiliten en lo económico, pero sin mucho éxito, al tiempo que busca su autosuficiencia militar sustituyendo importaciones en las líneas de producción de abastecimiento para sus fuerzas armadas.
Las fuerzas occidentales están ya incluso construyendo toda la justificación teatral, señalando toda la maldad del enemigo, y lo mismo ocurre tras las fronteras de la Gran Rusia, aunque estas notas no nos llegan tan claramente a los países occidentales.
En este momento la guerra parece inminente, pero la oración de todos y la buena fe de las partes podría aún salvar la situación y evitar el siempre innecesario derramamiento de sangre. Ustedes, estimados lectores, tienen la palabra.