La terrible competencia económica en todos los ámbitos tiende a deshumanizar a las personas que ejercen cualquier profesión en la búsqueda de la utilidad y la ganancia monetaria, los medios de comunicación, no sólo los electrónicos, sino también los impresos y digitales, no están fuera de esta realidad.
La venta directa de los productos periodísticos deja muy pocos ingresos a las empresas editoriales y digitales, ninguno a las empresas electrónicas; por tanto, la manera de sostenerse es mediante la publicidad y ésta está en relación directa con la audiencia que son capaces de atraer, por ello la televisión, con millones de personas enganchadas a sus programas (91% de los hogares en México cuentan con televisión), es la que más cobra por sus anuncios. Los demás, se arrebatan lo que sobra, las grandes empresas periodísticas llegan a cobrar enormes sumas por anuncios en internet, pero la lucha es feroz y conservar el rating, fundamental.
Es quizá por ello que la ética periodística se ha vuelto laxa, cuando no definitivamente inexistente, además de responder a intereses políticos y económicos dependiendo de las inclinaciones de los dueños o las bolsas de los patrocinadores.
Desgraciadamente cada vez es más frecuente encontrar encabezados engañosos en los diarios, etiquetas falsas que atraen a los internautas curiosos y en ocasiones, historias completamente inventadas, incluso utilizando nombres de periodistas o medios muy acreditados.
Más allá de lo que escribe el Deforma, el cual si advierte que es parodia (aunque hay que entrar a su Aviso Legal), existen otros medios como PROCESOVIRAL.COM que escriben fantasías utilizando el nombre de medios acreditados (en este caso el del Semanario Proceso). Pero también periodistas de renombre editorializan las noticias dándole el significado que desean para favorecer agendas políticas.
Este comentario viene a colación por la reciente difusión en múltiples medios de comunicación de un supuesto cambio en la doctrina de la Iglesia Católica con respecto al matrimonio sacramental para tener un cambio de actitud frente a los divorciados y los homosexuales, generando falsas expectativas y desvirtuando lo que en realidad está ocurriendo en el Sínodo de los Obispos sobre la Familia Cristiana, pero que no es la primera vez que ocurre, sino por el contrario, se difunden historias en las que se saca de contexto el dicho de un obispo o del mismo Papa, generando confusión entre los lectores.
Pareciera difícil creer que este tipo de noticias les reditúen a los medios de comunicación algún tipo de beneficio económico, simplemente es que está tan desvirtuada la labor periodística que difunden lo que quieren entender sin estudiar a fondo lo que realmente dice un actor determinado, pero mientras que con los gobiernos tienen que cuidar ciertas formas para evitar problemas legales, con la Iglesia no tienen el mismo problema, por lo que publican las cosas sin preocuparse por verificarlas.