Texto completo de las palabras del Papa Francisco en el ángelus de este domingo 13 de marzo
«Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de este quinto domingo de cuaresma, es tan lindo, a mi me gusta tanto leerlo y releerlo. Nos presenta el episodio de la mujer adúltera, poniendo en el centro el tema de la misericordia de Dios, que nunca quiere la muerte del pecador, pero que se convierta y viva.
La escena ocurre en la explanada del Templo. Jesús está enseñando a la gente, y aquí llegan algunos escribas y fariseos que arrastran delante de él a una mujer sorprendida en adulterio. Aquella mujer se encuentra así en medio de Jesús y de la multitud, entre la misericordia del Hijo de Dios y la violencia de sus acusadores.
En realidad esos no fueron al Maestro para pedirle su opinión, sino para tenderle una trampa. De hecho si Jesús seguirá la severidad de la ley, aprobando la lapidación de la mujer, perderá su fama de mansedumbre y bondad que tanto fascina al pueblo; si en cambio querrá ser misericordioso, deberá ir contra la ley, que Él mismo dijo no quería abolir sino cumplir.
Esta mala intención se esconde bajo la pregunta que le plantean a Jesús: "¿Tú que dices?". Jesús no responde, se calla y cumple un gesto misterioso: "se inclinó y se puso a escribir con el dedo en la tierra". Quizás hacía dibujos, algunos dicen que escribía los pecados de los fariseos, vaya a saber, pero escribía, estaba en otro lado. De esta manera invita a todos a la calma, a no actuar en la onda de la impulsividad, a buscar la justicia de Dios.
Pero aquellos malvados insisten y esperan de él una respuesta. Entonces Jesús levanta la mirada y les dice: "Quien de ustedes esté sin pecado, tire primero la primera piedra contra ella".
Esta respuesta desorienta a los acusadores, los desarma a todos en el verdadero sentido de la palabra: todos depusieron las armas, o sea las piedras listas para ser arrojadas, sea aquellas visibles contra la mujer, sean aquellas escondidas contra Jesús.
Y mientras el Señor sigue escribiendo sobre el piso, a hacer dibujo, no lo sé, los acusadores de van uno después del otro, comenzando por los más ancianos que eran más conscientes de no estar sin pecado.
Qué bien nos hace tener consciencia de que también nosotros somos pecadores, cuando hablamos mal de los otros, todas estas cosas que todos nosotros conocemos bien.
Qué bien nos hará tener el coraje de hacer caer al piso las piedras que tenemos para arrojarle a los otros y pensar a nuestros pecados. Se quedaron allí solos la mujer y Jesús: la miseria y la misericordia, una delante del otro. Y esto cuantas veces nos sucede a nosotros delante del confesionario. Con vergüenza para hacer ver nuestra miseria y pedir perdón.
"Mujer dónde están", le dice Jesús. Y basta esta constatación, y su mirada llena de misericordia y lleno de amor, para hacer sentir a aquella persona –quizás por la primera vez– que tiene una dignidad, que ella no es su pecado, que ella tiene una dignidad de persona, que puede cambiar vida, puede salir de sus esclavitudes y caminar en una vía nueva.
Queridos hermanos y hermanas, aquella mujer nos representa a todos nosotros, pecadores, o sea adúlteros delante de Dios, traidores a su fidelidad. Y su experiencia representa la voluntad de Dios para cada uno de nosotros: no nuestra condena, sino nuestra salvación a través de Jesús.
Él es la gracia que salva del pecado y de la muerte. Él ha escrito en el piso, en el polvo del que está hecho cada ser humano, la sentencia de Dios: "No quiero que tu mueras pero que tú vivas".
Dios no nos clava a nuestro pecado, no nos identifica con el mal que hemos cometido. Tenemos un nombre y Dios no identifica este nombre con un pecado que hemos cometido. Nos quiere liberar y nosotros también lo queramos junto a Él. Quiere que nuestra libertad se convierta del mal al bien, y esto es posible, es posible con su gracia.
La Virgen María nos ayude a confiarnos completamente a la misericordia de Dios, para volvernos criaturas nuevas».
Pedro de Legarreta Lores
La cumbre europea decide apoyar a Turquía y cerrar la ruta de los Balcanes a los inmigrantes
La intención no es perjudicar a los migrantes, sino poner un freno a los traficantes de seres humanos que han encontrado en la ruta de los Balcanes una verdadera mina de explotación humana; pero desgraciadamente, son personas las que están quedando varadas a mitad del camino, Grecia ya no soporta la situación, no tiene forma de apoyar a los inmigrantes que están en su frontera con Macedonia y pide auxilio a una Unión Europea que se niega a escuchar a la Canciller alemana Ángela Merkel, quien había logrado el consenso para permitir un acceso controlado, pero que fue desautorizada por Eslovenia y Croacia quienes de manera unilateral cerraron sus fronteras a piedra y lodo.
La crisis humanitaria que se avecina, reclamará con su sangre a una Europa que, al parecer, ha olvidado su vocación solidaria y de defensa de los derechos de la humanidad.
Brasil vive el peor momento de su crisis política por actos de corrupción
Dilma Rousseff podría estar viviendo sus últimas horas como presidenta de Brasil. La prensa y los mercados pronostican la caída. Lo más inesperado se produjo el viernes: Lula era detenido para llevarlo a declarar sobre sus vínculos con la corrupción de Petrobras.
El ex presidente es el líder moral del Partido de los Trabajadores (PT). Su situación nos da una idea del tamaño de la crisis: cuando entregó la presidencia a Rousseff contaba con la simpatía del 80% de los brasileños; hoy el 60% lo tiene por ladrón. Los recursos de la más importante empresa petrolera de los países emergentes, que alimento el milagro brasileño, fue ordeñada para el beneficio de políticos y empresarios, hoy todos sufren, y la sociedad exige que alguien pague, Lula y Dilma serán la cereza del pastel, ¿o no?
La Asamblea Nacional Popular china y la crisis económica
Según los analistas, Xi Jinping, Secretario General del Partido Comunista Chino y líder de las fuerzas armadas, ha logrado acumular una fuerza que no se había visto en décadas en la China post Mao. Desde el pasado miércoles y hasta el próximo 16 de marzo, se reúne en Pekín la Asamblea Nacional Popular, la cual este año busca aprobar el decimotercer plan quinquenal (2016-2020), según avanzó en rueda de prensa la portavoz del Legislativo chino, Fu Ying.
Entre otros objetivos, el plan busca modernizar el anticuado entramado industrial del país, especialmente en el sobredimensionado sector público, lo que va a suponer un fuerte recorte de su capacidad, esto debido a la desaceleración económica que vive la segunda economía más importante del mundo. Quizá por ello, también parecen impulsar un endurecimiento ideológico y el fortalecimiento de la figura de su Secretario General, a quienes algunos consideran el más autoritario en las últimas décadas.
Sin duda un tema que habrá que estar siguiendo.
Bernardo Ardavín Migoni
Aun cuando ya no tenemos una economía dependiente del petróleo --porque en nuestras exportaciones actuales significa únicamente el 10% de ellas y los hidrocarburos han sido sustituidos por importantes exportaciones no petroleras, las más notables, quizás, de la industria automotriz, autos y partes--, para el gasto público todavía los ingresos petroleros responden por un 25% del presupuesto.
En 2008, el barril del petróleo estaba a 20 dólares, y en 2015, después de haber subido hasta 120 dólares, ha vuelto a bajar, hasta los mismos 20 dólares.
Como siempre, el gobierno hace declaraciones poco claras y se disculpa del incremento de su deuda aduciendo razones que, sin llegar a ser falsas, reflejan situaciones insostenibles en el mediano plazo. Por ejemplo, aun cuando el déficit público ha sido de 3.5% del PIB durante lo que va del sexenio --el nivel más alto en casi tres décadas--, la Secretaría de Hacienda, a través de Luis Madrazo, de la Unidad de Planeación Económica, dice que si no se consideraran las inversiones de alto impacto, el déficit sería de tan solo 1% del PIB, ¡con lo cual se estarían cumpliendo las metas aprobadas por el Congreso!...
Para el 2016 se espera un nivel de deuda de 47.8% del PIB. Y, como siempre, van pateando hacia adelante los compromisos, de tal manera que ahora dicen que en 2018 se estabilizará la deuda.
Las necesidades de la nueva economía obligan a los políticos a revisar sus bases a fondo. Los esquemas liberales ortodoxos defendidos como dogmas, a capa y espada, que han beneficiado, sin duda alguna, a pocos, han mantenido más o menos estables a muchos y han hundido en la pobreza a enormes poblaciones --porque en sus afanes individualistas, ayunos de solidaridad, han promovido las concentraciones y los oligopolios, haciendo pedazos una competencia equitativa y real--, están siendo golpeadas de manera inclemente por la realidad, haciendo pedazos las teorías del mercado libre que se regula a sí mismo.
El bien común, el bien general de los pueblos exige, desde luego, que los gobiernos respeten las leyes de la economía evitando la demagogia, pero también les obliga a corregir el rumbo eludiendo, con eficacia, las tremendas concentraciones en las finanzas, en las comunicaciones, en la producción y comercialización de productos y servicios.
Muy a pesar de los dogmas económicos, se tiene que volver a la consideración de la primacía de las personas, las familias y las empresas, por encima de los monopolios, y de las entidades financieras. Y también de los gobiernos que debieran bajar drásticamente sus gastos, disminuir sus déficits hasta prácticamente anularlos y limitarse a gastar lo necesario para gobernar bien, dejando suficiente margen de libertad para que la iniciativa de millones de empresas de todos los tamaños, especialmente las pequeñas, cumplan con su cometido de generar trabajo y riqueza, fortaleciendo la economía real con los bienes y servicios derivados de su actividad.
¿Qué debemos hacer?
Lugar aparte merecen algunos problemas en México como el azote de la corrupción impune, las fallas graves en la procuración y administración de la justicia, y la profusión de localidades sin gobernabilidad como consecuencia de la violencia generada por la delincuencia organizada que impone su ley de extorsiones, secuestros, robos y asesinatos sin que se vislumbre un cambio suficientemente eficaz para corregir estas calamidades.
Hoy, la sociedad está mejor enterada, parece cobrar mayor conciencia de las causas de este enorme desorden que no se atiende y está más activa en el cuestionamiento al sistema político imperante, con apariencia de democracia, que evidentemente no funciona y cuyos daños en el ámbito económico --favoreciendo a las mafias y los arreglos entre los grandes intereses económicos y los políticos--, están arruinando al país.
Necesitamos exigir al gobierno que corrija el rumbo.
Antonio Maza Pereda
Entre los conceptos que ha manejado el Papa Francisco, el de las "periferias" es uno de los más poderosos. Explica parte de una "cultura del descarte", que considera que hay grupos marginales que son fácilmente sustituibles y a los que es legítimo mantenerlos en esa condición. Obviamente, en esa categoría están pobres, víctimas de la trata, migrantes, ancianos y otros.
Yo creo, y estoy dispuesto a que me corrijan, que otras periferias son los grupos alejados de la Iglesia, no necesariamente de la religión, personas a las que no se atiende, precisamente por su alejamiento. Entre ellos están los académicos: profesores e investigadores de todos los niveles educativos, en instituciones públicas y privadas.
Muchos de ellos alejados de la Iglesia: formados en las escuelas normales y en el sistema de formación de docentes, donde prevalece el positivismo del siglo XIX y se les forma en el criterio de que la religión en un consuelo de los ignorantes y que la marca de una persona educada es ser escéptico en lo religioso. Obviamente, muchos no compran esa prédica, pero también es cierto que la mayoría está poco formada en la doctrina católica.
Luego está el aspecto de la remuneración. Los académicos viven, si no un voto de pobreza, al menos uno de austeridad. Un profesor gana casi siempre menos de lo que ganaría un profesionista con su misma preparación y experiencia. De hecho, en la enseñanza básica y de otros niveles, no es raro encontrar profesores vendiendo Tupperware, cremas u otros bienes, para complementar su ingreso. O trabajando un segundo turno, a costa de su salud y del tiempo que deberían dedicar a su preparación y la olvidada pero fundamental labor de calificar los trabajos escolares.
Eso, si tienen plaza. Muchos trabajan por honorarios; sobre todo en escuelas privadas. Hay universidades, públicas y privadas, donde hasta el 70% del profesorado trabaja sin plaza. Lo cual significa menor pago y ausencia de prestaciones sociales, de salud, así como de fondo de retiro. El profesor es como una pieza intercambiable. Si ya no puede seguir, si sale del campo de la enseñanza, no hay problema. Siempre hay modo de encontrar un reemplazo. Es barato despedirlo. Y esto se nota. A la sociedad no le ha importado esta situación. Este sistema produce costos bajos y por eso se mantiene.
Ante esto, me parece que se justifica considerar a los académicos como una "periferia". Una para la que no hay una pastoral específica. Un apostolado que no se hace en parroquias y diócesis. Bueno, hay excepciones. Un arzobispo, ya fallecido, dedicaba mucho de su tiempo personal al diálogo con académicos e intelectuales, creyentes y ateos. Y sospecho que a más de uno convirtió. Fue arzobispo en Cracovia, se llamaba Karol Wojtyla y hoy lo conocemos como San Juan Pablo II.
Nuestro Papa Francisco pide, con justicia me parece, que se dé una estructura laboral que permita que los padres y madres pasen más tiempo con sus hijos. Es interesante el hecho de que, si papá y mamá trabajan, los maestros pasan tanto o más tiempo con nuestros hijos que el que pasamos los padres, si descontamos las horas de sueño.
En la adolescencia, donde se da un natural distanciamiento con los padres, muchos alumnos acuden a los profesores buscando consejo y apoyo. Y también después los adultos jóvenes. Una influencia muy fuerte y que, en la inmensa mayoría de los casos, es positiva. Pero que podría ser mucho mejor si una parte de nuestras inquietudes apostólicas se orientaran a esta periferia.
Es importante que, como sociedad, vayamos más allá de la justa exigencia de que los académicos estén preparados y exijamos también que se les trate con equidad.