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¿Derechos sexuales y reproductivos de los niños?

Oscar Fidencio Ibáñez (yoinfluyo.com)

En una ocasión, un grupo pequeño de “porros” entraron a golpear personas a una oficina; iban golpeando a quien se les pusiera enfrente. Los policías, en lugar de hacerles frente, se replegaron y protegieron en donde pudieron, cerrando puertas. Un trabajador estaba siendo golpeado en el suelo, cuando una secretaria se enfrentó al golpeador y le dijo: “¡Ya déjenlo!, ¿por qué le pegan?”, mientras se interpuso para proteger a quien estaba en el suelo. El golpeador se retiró profiriendo amenazas.

Cuando le pregunté después a la secretaria –madre de tres hijos– qué la había impulsado a hacer eso, me dijo que no sabía, que simplemente lo quiso proteger. Lo curioso es que a ella quizá también la hubieran golpeado; y sin embargo, su determinación, sin amenazas, sólo el gesto de proteger al caído, hizo que el agresor se detuviera. El contraste con los uniformados, que sólo acertaron a protegerse ellos mismos, fue increíble.

Me llama mucho la atención cuando los gobiernos pretenden proteger a los niños, y para hacerlo, lo primero que se les ocurre es quitarles la protección de los padres de familia. Entiendo que hay algunos malos padres de familia que no están dispuestos a proteger a sus hijos; sin embargo, es más probable que haya malas autoridades que mucho menos quieran o sepan proteger a niños desconocidos.

El asunto lo traigo a colación por la iniciativa de la Ley General para la Protección de Niñas, Niños y Adolescentes que el presidente Enrique Peña Nieto presentó al Senado para su aprobación en un plazo no mayor a 30 días. En la discusión de las distintas comisiones de legisladores, hicieron varias modificaciones, entre ellas, una en la que se borra del texto la protección de los padres y además se privilegia la protección del Estado.

Curiosamente, estas modificaciones asumen la misma postura que en su momento tenía la propuesta de Ley para los Jóvenes del DF, a la que me referí en otra reflexión y que por cierto fue vetada y regresada para ser modificada por parte del jefe de Gobierno de la Ciudad de México.

El otro aspecto que llama la atención en las modificaciones que se hacen a la iniciativa de ley, es la promoción de “derechos sexuales y reproductivos” para niñas, niños y adolescentes. Entiendo que existe y es necesaria la salud y la educación sexual y reproductiva en la formación de los menores, y que ésta debe ser de acuerdo a su desarrollo físico y psicológico, y además acompañada en la comunidad educativa entre padres de familia y maestros. Pero, de ahí a promover “derechos sexuales y reproductivos para los niños”, me parece un despropósito.

Me parece que las condiciones de desarrollo físicas y psicológicas de los menores, llamados con propiedad adolescentes, nos dan una idea clara de la necesidad de una atención y protección especiales, como incluso dice el título de la propuesta de ley; y precisamente por eso, es que el papel de los padres es el más importante en ese proceso.

Es muy importante que los padres de familia asumamos nuestra responsabilidad de educar y cuidar a los hijos de la mejor manera posible, apoyándonos subsidiariamente en la escuela o en instituciones estatales para algunos aspectos de educación y salud, que rebasen las capacidades de los padres y la familia. Pero de ninguna manera renunciar al deber principal de los papás con los hijos, y mucho menos permitir que una legislación arrebate el –éste sí– derecho de los niños a sus padres y de los padres a la educación y cuidado de los hijos.

Hago oración para que el Espíritu ilumine a los legisladores, y apelo a su razón para que su sensatez defina los cambios para corregir la ley que van a votar hoy; también les escribo para darles a conocer mi opinión, que por sentido común es mayoritaria, ya que hay muy pocos legisladores y autoridades, y en cambio somos muchísimos los padres de familia. Y finalmente les pido a los padres de familia que también hagan oír su opinión, y que no dejen de asumir su responsabilidad en el cuidado de los pequeños.