Cursaba la primaria cuando asistí por primera vez a un mitin. Era un acto de campaña en una colonia popular. Sobre un templete, el candidato decía un discurso encendido. Los asistentes aplaudíamos inducidos por el maestro de ceremonias, casi en cada frase. No entendía nada. Pero me quedó para siempre una frase del orador: "Hay que dignificar la política". Muchos años después sigo escuchando esa expresión. Al paso del tiempo sigue sonando bien. Es casi obligado decirla para un político, un profesor o un activista social. Sin embargo, ¿qué debemos entender por dignificar la política? La política es terreno extenso. No sólo la practican los que profesionalmente se dedican a ella. Se hace política en los gobiernos y sus administraciones. En las cámaras legislativas y en los partidos. Pero también en la junta de vecinos o en una orquesta. En las universidades. En una liga de futbol.
Gobernanza y gobernabilidad
Oscar Mario Beteta (Milenio)
El gobierno vive transformaciones impensables, inéditas. Su eje está en una concentración del poder sin precedente y las extiende a todos los ámbitos. Abarcan instituciones, leyes, usos y costumbres. Su propósito es funcionar con el máximo de eficacia. Sobre esas bases quiere cambiar a México. Si esto es para la mayoría, será muy bueno. Lo primero que ha debido hacer, es reconstruir mucho de lo que no se habría hecho bien en los últimos 12 años, y quizá no porque se haya hecho mal, sino porque se tiene que hacer mejor; afinar para optimizar. Esta es una visión correcta de lo que hay que hacer con un Estado. En acciones de esa magnitud subyace su refundación. Por eso instaló una correa de transmisión hacia actores que conjuntan factores, con la cual ha podido agilizar las modificaciones, que empiezan en el ámbito del derecho. Con PRI, PAN y PRD firmó el Pacto por México, una especie de poder condensado que, estando en sus manos, le posibilita sus decisiones, invariablemente consensuadas, no impuestas. Al tener interlocutores cercanos, comprometidos y responsables en los dirigentes del PRI-PAN-PRD-PVEM, sintetiza, agiliza y cristaliza el proceso legal, base del cambio, pues ellos representan corrientes, fuerzas, posiciones y realizaciones. Que trabajen en una sola línea se ha traducido en una dinámica consumadora de nuevas normas; en el Congreso ya no se ven pugnas ni demoras; negociaciones interesadas ni mezquinas. Y eso es un logro, un vuelco. Es un nuevo estilo de hacer política y de ejercer el poder. Hay que esperar para ver si es benéfico para la sociedad. Por lo pronto, es particularmente trascendente que, como nunca en la historia contemporánea del país, el poder presidencial unifique a los demás poderes, sobre todo los de la oposición significativa, en un solo objetivo: México, pues el sistema político se caracterizó por las divisiones ideológico-partidistas. Hoy se han difuminado. Ha quedado atrás una larga historia de luchas. Si a esto se agrega que el gobierno federal tiene ascendiente y predominio indiscutibles sobre todos los demás componentes del poder nacional, es dable pensar que consumará los cambios que se ha propuesto, en cuyo caso tienen que ser para la mejoría de todos.
SOTTO VOCE
Felipe (Des) Leal, ex titular de la Seduvi, mejor conocido como El Bigotes o El 15%, deberá aclarar muchas cuentas que dejó pendientes en su turbia y nefasta gestión, según varias personas que se aprestan a acusarlo. ¿Será cierto que él y hasta sus bisnietos de nada tienen que preocuparse?
31 de Enero de 2013
Ahí donde hay intereses qué defender, hay política. Nada se organiza por sí solo. Nadie convence sólo con la mirada o con el nombre. Nadie acuerda sin argumentar y convencer. Un político no es otra cosa que un ciudadano que ejerce la política. Nada más. Por eso el papel ideal de un ciudadano en una democracia, es estar cerca de sus políticos para vigilarlos y exigirles. Para colaborar con ellos. Cuando se pueda. En una democracia la política no viene hacia uno. Uno tiene que ir por ella. En una democracia los ciudadanos se involucran en la política para mejorarla. No esperan a que la mejoren o la dignifiquen unos cuantos. Lo que menos quiere una democracia plena es tener ciudadanos sentados. Expertos en quejas. Atenidos a lo que sus políticos puedan hacer por ellos. La política es un camino de doble vía. Si el ciudadano construye la suya y avanza, el político no tiene alternativa:
sabe que no puede quedarse atrás rebasado por la sociedad. La calidad de los políticos, depende mucho de la calidad de la sociedad. Entender eso es vital para una democracia. Tenemos que pasar de la queja a la participación. De la pereza apolítica al activismo social. De nuestras letanías en contra de la política, a ser parte de ella para mejorarla. Lo que este país ha logrado avanzar, en mucho se debe al activismo ciudadano, que finalmente es un activismo político. Han sido los ciudadanos que participan de manera organizada, quienes han subido a la agenda pública temas que no hubieran sido propuestos desde el poder. Todo ciudadano es finalmente un político. Ser apolítico no hace a nadie mejor ciudadano. No lo vuelve un ser inmaculado. En todo apolítico hay un dejo de egoísmo: yo sólo me preocupo de lo mío. Lo demás que ruede. Huir de la política sólo empeora a la política, pues deja las decisiones en unos cuantos. Le baja calidad. Los ciudadanos que huyen de la política, condenan a la democracia a un largo periodo de adolescencia. En él estamos desde hace tiempo.