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Vivamos con alegría

happyPor Silvia del Valle
@SilviaMdelValle @smflorycanto

En nuestro días, cada vez es más difícil vivir con alegría el día a día ya que suceden un sinfín de eventos que hacen que nuestro día se vuelva gris y que nos dejemos envolver por la tristeza y la desesperanza.

Pero es básico que permitamos que la alegría reine en nuestros corazones por qué debemos estar seguros que es del Corazón de Jesús de donde emana y se nos comunica.

Por eso hoy te dejos 5Tips para lograr vivir y comunicar la alegría de vivir.

PRIMERO. Pongamos los ojos en la fuente de la alegría.
Debemos recordar que nuestra alegría emana de la alegría que Dios nos ha transmitido por medio de su hijo, Jesús, que al hacerse hombre, con su pasión, muerte y resurrección, nos ha ganado el cielo y ha restablecido la relación de amor con Dios.

Si tenemos claro esto, no habrá situación o persona que nos quite la alegría de vivir cada instante. No digo que no sintamos tristeza de vez en cuando o que haya eventos que nos bajen los ánimos y nos sintamos mal.

Pero debemos considerar siempre que nuestra vida es un milagro constante y por esa simple razón debemos estar alegres en el Señor.

Y con nuestros hijos debe ser igual. Debemos educarlos para que tengan claro que la alegría, la verdadera alegría, siempre viene de Dios y que es un don de la Su infinita misericordia.

Cuando alguno de mis hijos esta triste y no puede salir adelante, primero le pedimos que ofrezca a Dios lo que siente y después le hacemos ver que Dios lo ama mucho y que no hay problema tan grande que El, Dios, no lo pueda solucionar.

Con esto logramos que abran el corazón a la gracia de Dios y que se pueda derramar Su alegría para sanar cualquier dolor.

SEGUNDO. Saquemos de nuestro corazón todo resentimiento.
Es importantísimo, ya que si hay este tipo de sentimientos no puede haber alegría.

Si el corazón está lleno de odio no lo puede llenar la alegría del Amor por excelencia.

Es necesario hacer un ejercicio de perdón y reconciliación.

En nuestra familia acostumbramos a dar el perdón y a pedir que nos perdonen de inmediato. Cuando mis hijos eran pequeños, yo los ayudaba en el momento diciéndoles lo que debían hacer en el momento. Ahora que son más grandes, hacen el ejercicio solos. Aunque a veces sigo teniendo que apoyarlos.

A veces el perdón no es del todo sincero, pero es necesario forzar a la voluntad para que el perdón tenga un lugar en el corazón.

Si hacemos constantemente este ejercicio de voluntad, el perdón será cada vez más completo y mas pleno.

TERCERO. Rompamos con los esquemas aburridos en los que nos encerramos.
La vida cotidiana nos hace caer muchas veces en lo monótono y por lo mismo nos volvemos muy grises y aburridos.

No quiero decir que todo el tiempo debamos estar haciendo bromas y riendo a carcajadas.

Lo que quiero decir es que debemos estar alegres a pesar de las dificultades y trabas que se nos presenten en el día, por la simple razón de que tenemos vida.

Si acostumbramos ver las cosas desde otro punto de vista, seguro que encontraremos mil y un motivos para estar alegres.

Y si a nuestros hijos los educamos así, podrán ser felices en todo momento y vivirán una vida más plena.

CUARTO. Sal de ti mismo y mira por los demás.
No hay forma más plena de estar alegres que salir del egocentrismo y darnos a los demás; a pesar de las modas y tendencias sociales.

¡Qué importa si los demás no nos corresponden! Lo importante es que nosotros estemos siempre dispuestos a compartir nuestra alegría con los demás.

Una vez un sacerdote me dijo que el que quiera ser sabio para Dios, que se vuelva poco para el mundo. ¿Porqué nos da pena ser auténticos y vivir en plenitud la alegría que Dios nos regala?

Y QUINTO. Que nuestros actos comuniquen la alegría.

Qué lindo es que no tengamos que hablar para que las personas que están a nuestro alrededor se den cuenta que estamos alegres.

Si procuramos que nuestras acciones comunique el amor de Dios para todos, estaremos cumpliendo con la misión que Dios nos ha encomendado, que es ser sal de la tierra y luz del mundo; porque el que es alegre, ilumina el lugar en donde se encuentra y le da sabor a cualquier reunión o acontecimiento.

A mis hijos les hemos enseñado que a pesar de los problemas, buscamos el lado positivo de las cosas y desde ahí le damos gracias a Dios por ellas.

Si tenemos la firme convicción de esto, podemos transmitir con nuestras acciones y actitudes la alegría de Dios que habita en nuestro corazón.

Ojalá nos animemos a ser mensajeros de la misericordia de Dios y de la alegría que brota de su amantísimo Corazón.