Pedro de Legarreta
En México hay casi 78 millones de electores potenciales, nunca han votado todos y probablemente haya muchos que nunca hayan votado, en las elecciones presidenciales la media de participación está por el 65% mientras que en las elecciones intermedias, cuando se elige únicamente diputados, la participación está por debajo del 50%. Así ocurrió en esta ocasión, la participación que reporta el INE a nivel nacional es del 47%, un poco más de 36.5 millones de votantes.
En este contexto, el PRI y el Partido Verde, en alianza, obtienen la mayoría de los votos, pero con apenas 13.2 millones de votos (el 17% de la lista nominal) lo que es menos que los 16 millones de votos que obtuvo Andrés Manuel López Obrador en la elección de 2012 y por supuesto mucho menos que los 19 millones de votos que, según las cifras oficiales, obtuvo el Presidente Enrique Peña Nieto, así que aunque triunfa al alcanzar la mayoría simple en San Lázaro, el PRI ve limitada su representatividad y por tanto su capacidad de maniobra y capital político.
Acción Nacional recupera su segundo lugar pero la situación es similar, la candidata en 012 obtuvo algo más de 12 millones de votos, mientras que en esta ocasión retrocede a 7.6 millones. Los conflictos internos de este partido, sus errores en los lugares donde ha ejercido el gobierno y la corrupción, manchan el que en otros tiempos fuera el partido con el que los ciudadanos se identificaban más.
El gran descalabro lo recibe el PRD, tras lograr marchar en coaliciones durante las últimas elecciones junto con el PT y Movimiento Ciudadano, ahora resiente, además de la fractura de la alianza, el desprendimiento de López Obrador y sus seguidores que conforman el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) dividiendo algo más de 10 millones de votos entre todos, llevándose casi 4 millones el PRD, algo más de 3 Morena, 2.5 millones el Movimiento Ciudadano y un millón escaso el PT, lo que probablemente no le alcance para el registro. Encuentro Social por su parte parece lograr quedarse con el registro mientras que el Partido Humanista no logra su consolidación al alcanzar apenas 750 mil votos.
Curiosamente, si los ciudadanos que anularon su boleta se pusieran de acuerdo, podrían fundar el Partido Anulacionista, ya que llegan casi al 5% de los votos totales, superando incluso al Partido Nueva Alianza del magisterio Elbista.
Un solo diputado independiente fue electo en todo el país, el sinaloense Manuel J. Clouthier, quien sin duda en su calidad de diputado sin partido podrá levantar la voz y tratar de imponer la agenda desde la visión ciudadana, hará falta que le hagan caso, pero parece que tendría el respaldo del Gobernador electo de Nuevo León y podría atraerse las simpatías del también independiente alcalde de Morelia. Seguimos, como sociedad, con un gran problema: LA PARTICIPACIÓN. Creo que los próximos tres años la agenda de los organismos de la sociedad civil deberían enfocar sus baterías en ese campo, para lograr una transformación profunda.