José Antonio Ortega Sánchez
Cuando condicionó toda negociación con la CNTE a que sus integrantes regresaran a sus escuelas, parecía que el gobierno del Presidente Peña empezaba a domar a la fiera. Pero no fue así.
Otra vez la CNTE hizo lo que se le pegó la gana con motivo de la evaluación que este fin de semana se practicó en el país a los aspirantes a los cargos de dirección y supervisión escolar. Impidió que el 18% de quienes deberían ser evaluados, lo fueran; y de plano la evaluación se canceló por completo en Michoacán y Oaxaca.
En este segundo estado (Oaxaca), la CNTE no sólo controla a quienes cobran como si de veras fueran maestros, sino también los cargos de dirección y supervisión. A lo mismo aspiran sus contlapaches en Michoacán, Guerrero y Chiapas.
Este gobierno, como los anteriores, al parecer no advierte el peligro de jugar a las vencidas con la CNTE, para siempre rendirse.
El problema no es sólo que en los cuatro estados donde esta organización es más fuerte cause un enorme daño a la educación pública y que perjudique a tantas otras personas inocentes con sus acciones criminales para presionar y extorsionar a los gobernantes.
El mayor peligro reside en que la CNTE se propague en todo el país, con un poder similar al que tiene en Oaxaca. Y esto es altamente factible y de hecho empieza a ocurrir.
Es altamente factible porque no pocos de quienes cobran como maestros en el resto del país pueden verse atraídos por los privilegios de que disfrutan los integrantes de la sección 22 del SNTE: tener un ingreso garantizado casi sin la obligación de devengarlo. Por eso, los emisarios de la CNTE empiezan a tener éxito en estados otrora poco problemáticos, como es el caso de Quintana Roo.
Un día, cuando el gobierno federal se decida a poner en orden a la CNTE en los cuatro estados donde es más fuerte, quizás se encuentre con que enfrentará una resistencia en muchos otros puntos del país. Entonces será mucho más difícil resolver el problema.
Pero quizás no haya el interés en resolverlo. Por ejemplo, los desmanes que la CNTE cometió en 2013 en la capital del país sirvieron para vacunar a la ciudadanía contra la protesta legítima para resistir a la reforma fiscal. Y eso, por supuesto, convino a los promotores de tan nefasta iniciativa.