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México debe preservar la Familia, porque sin ella no tiene salida

mexico familiaBernardo Ardavín Migoni

La familia y la cultura

La familia es la transmisora por excelencia de la cultura, no como conocimiento de los eruditos, sino como sabiduría popular, que hace posible que todas las personas tengan una mejor conciencia de quiénes son, de su origen y de su destino, de su lugar en la sociedad comenzando por su célula básica, la familia, de su aportación a la comunidad, de sus obligaciones y derechos como ciudadanos.

La familia y el matrimonio

La familia no es un invento de nuestros ministros, gobernantes, legisladores y jueces. Es una institución milenaria que hunde sus raíces en el alba misma de la humanidad y que, por ello, según numerosos estudiosos, es fuente del derecho natural, de los usos y costumbres que normaron a la comunidad inveteradamente y que, en una evolución admirable ha llegado a ser, en la tradición judeocristiana, de Occidente, una entidad reconocida por su incomparable valía como forjadora de la sociedad.

Pues bien, esa institución ligada al matrimonio por siglos, tiene un requisito natural para su conformación de una tremenda fuerza lógica, para cumplir con su trascendente, compleja e invaluable misión: preferentemente debe estar conformada por una pareja humana, de hombre y mujer.

La opinión de los obispos de la CEM

Para auxiliarnos a mantener los pies en la tierra, la Conferencia Episcopal Mexicana emitió un comunicado que, como ha ocurrido tantas veces, alega el contenido de la Doctrina Social de la Iglesia para defender los auténticos derechos humanos, entre ellos el de formar una familia por medio del matrimonio. Desde hace siglos, en nuestra riquísima cultura con raíces indoamericanas y europeas, éste se ha conformado por un hombre y una mujer, para poder cumplir con sus preciosas funciones sociales.

¿Qué debemos hacer?

Tenemos que preservar y enriquecer a la institución familiar porque sin ella México no tiene salida.

No podemos permitir que se nos imponga una suerte de dictadura constitucional, que nos someta al capricho de las definiciones ideológicas de una minoría torpe que desde su distinguida posición de legisladores o de Ministros, como parte del máximo Tribunal de la Nación, invente pseudo derechos humanos, que trastocan nuestra cultura lesionando los auténticos derechos de la familia, el matrimonio, los padres de familia y los niños.