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Mensaje de EPN: Insatisfactorio

Bernardo Ardavín Migoni

3erInformeEl enfoque del Presidente acerca de los graves problemas de corrupción, violencia y violación a los derechos humanos pareció francamente insatisfactorio: El Primer Mandatario, quien tiene el compromiso primario y fundamental de cumplir y hacer cumplir la ley, compareció ante la audiencia de invitados y la opinión pública nacional como si estuviera cumpliendo a cabalidad con esa grave obligación legal, o bien, aparentando se tratara de un observador externo que estuviera describiendo los problemas de un tercero, y no su propio balance, a propósito de la obligación de dar cuentas de su actuación, aceptando su responsabilidad en todo aquello que no es satisfactorio y forma parte de sus tareas como Jefe del Ejecutivo.

Desde luego, ese enfoque, que parece bastante desafortunado, ha sido motivo de multitud de críticas al Mensaje, mismas que se suman a las que ya se venían dando con anterioridad por los hechos que el Presidente enumeró en forma desenfadada.

El Mensaje estuvo totalmente ayuno de autocrítica

Imposible encontrar en el Mensaje, siquiera un pequeño atisbo de autocrítica. El Presidente atropelló la realidad en una forma terminante. Por ejemplo dijo: “hoy, es un hecho que la violencia está disminuyendo en México”, afirmación seguida de una larga retahíla de cifras que seguramente son reales, porque sería inconcebible que el Presidente las modificara a su antojo, pero que en su conjunto engañan con la verdad porque no reflejan nuestra realidad, ni en los delitos que padecemos, ni en la viciada administración e impartición de la justicia que sufrimos, ni mucho menos en la severa problemática que enfrentamos por la grave y reiterada violación de los derechos humanos en el país.

La regresión implica que nuestros procesos electorales estén perdiendo parte de lo ganado desde la alternancia

En el contexto del país que hemos analizado a través del Mensaje del Presidente, la gobernabilidad resulta imposible sobre todo si, como un mal remedio, se recurre al endurecimiento y a la imposición arbitraria de la voluntad del gobierno, manipulando la administración de la justicia.

En numerosos casos, cada día más frecuentes, la autoridad parece gravitar peligrosamente alrededor de la arbitrariedad, la represión y la fuerza al margen de la ley, violando los derechos humanos de los afectados, en un esfuerzo equivocado para acallar la creciente inconformidad.

Muy preocupante es, que aparentemente, el descontento no pueda expresarse con eficacia a través de los procesos democráticos electorales, porque nos encontremos en una especie de regresión, con una Oposición débil, en crisis, y una violación sistemática e impune de la ley electoral, fenómeno que encuentra una expresión notable en la actuación del Partido Verde, que opera en evidente complicidad con el PRI.

¿Qué debemos hacer?

Ante la deformación y mixtificación de la realidad en el discurso político, no podemos admitir esa perversión de la comunicación. Por la salud de la sociedad entera debemos exigir que se reconozca la verdadera situación del país como un primer paso, indispensable, para encontrar las soluciones. Aun cuando parezca inútil, debemos insistir en el respeto a la ley como condición necesaria para la paz, la justicia y el desarrollo que tanto necesita nuestro pueblo. Es un imperativo ético.