José Antonio Ortega Sánchez
De las muchas tergiversaciones y falacias en el informe sobre la masacre de Iguala, de los “expertos” de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), hay algunas que son decisivas, “piedras angulares” para sostener el esfuerzo por encubrir la responsabilidad de gobernantes y políticos de izquierda en las atrocidades, y trasladarla al gobierno federal.
La primera tergiversación indispensable es negar el hecho de que los normalistas que llegaron a Iguala el 26 de septiembre de 2014, delinquían. En lugar de hablar de robar camiones, que es un delito, los “expertos” dicen “tomar”, que no lo es. Y ¿por qué esta diferencia es decisiva? Porque si los normalistas no delinquían, entonces la acción de la policía municipal fue un “ataque” como los “expertos” la llaman, y si militares testigos de los hechos no actuaron para impedirlo, entonces al menos fueron cómplices -por omisión- de un crimen.
La realidad es lo que los militares atestiguaron fue que los normalistas llegaron en camiones robados y robaron más y la policía municipal actuaba ante flagrante delito, por lo cual el Ejército no podía impedir una detención que era legal. Es cierto que la acción de la policía fue muy violenta, pero los normalistas se resistían y arrojaban piedras. Tampoco había forma en que los militares pudieran saber que los normalistas, una vez detenidos, en lugar de ser presentados ante el Ministerio Público, serían desaparecidos y asesinados.
La otra mentira decisiva es el motivo de la presencia de los normalistas en Iguala. La CIDH hace suya la versión de que “sólo” fueron a robar más camiones, pues, aunque ya tenían 8, necesitaban entre 12 y 15, porque de Ayotzinapa saldría un contingente con alumnos de otras Normales Rurales rumbo al Distrito Federal para la marcha del 2 de octubre. Pero ¿quién puede creer que esos otros normalistas iban a llegar ahí a pie o pagando pasaje? Llegarían en autobuses robados que igual les servirían para viajar al Distrito Federal, por lo cual ir a Iguala a robar más era innecesario.
Si los “expertos” se aferran a esa patraña es para ocultar la razón por la cual los normalistas fueron enviados a Iguala por líderes y directivos –izquierdistas– de la Normal, quienes montaron una provocación y sabían lo que vendría.