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InicioEN LA OPINION DE:La democracia es imposible sin el respeto a los Derechos Humanos

La democracia es imposible sin el respeto a los Derechos Humanos

derechos humanos01Bernardo Ardavín Migoni

La denegación de justicia, la impunidad de los delitos cometidos por funcionarios públicos, la falta de respeto y cumplimiento del debido proceso, el uso de la tortura para someter a los presuntos delincuentes, constituyen graves violaciones a los Derechos Humanos de los mexicanos que debe evitar y corregir el Gobierno de forma eficaz, para ser un régimen democrático.

El respeto a los Derechos Humanos no puede ser selectivo

El Gobierno no puede pretender respetar los Derechos Humanos de manera selectiva a su conveniencia. Todos ellos constituyen un entramado que necesita considerarse como un todo: la educación de los hijos, la libertad religiosa, la libre expresión de las ideas, la conformación de una familia, el derecho primario a la vida en todas sus etapas desde la concepción hasta la muerte natural, la participación en las dimensiones cívico-políticas de la vida nacional, al trabajo, al libre desplazamiento, a la seguridad pública…

¿Qué debemos hacer?

No podemos aceptar, ni política, ni moralmente, que el Gobierno mexicano se atrinchere en la ilusión de que los señalamientos de los organismos internacionales, acerca de la violación de los Derechos Humanos en México, que por su propia naturaleza son responsabilidad del poder público, sean exagerados o se deban a intereses políticos de sus opositores que pretenden desprestigiarlo injustamente.

La verdad es que se dan en el país innumerables casos de violación a los Derechos Humanos y que esta situación es totalmente incompatible, si no se corrige con la transición que México necesita hacia una democracia más auténtica.

La primera condición para que un problema tan severo, como el de la violación de los Derechos Humanos en México se corrija, es que sea cabalmente reconocido, tanto por la ciudadanía como por el gobierno. Es un problema complejo, cuya solución es difícil pero no imposible, y resulta indispensable para alcanzar el nuevo sistema político que deseamos: democrático, justo y solidario.