Bernardo Ardavín Migoni
Los problemas derivados de las actividades delictivas de Joaquín Guzmán Loera "El Chapo" y, por ejemplo, los cuantiosos desfalcos de Humberto Moreira, tienen un denominador común, que es la corrupción demasiado generalizada entre nuestros gobernantes, políticos, jueces y magistrados, legisladores y funcionarios públicos. Desde luego, no todos ellos son reos, por igual, de estos crímenes. Pero por lo que se puede ver, los implicados en la corrupción son suficientes para mantener al país en una grave situación de ausencia del Estado de Derecho y de la aplicación de la ley.
En México, Moreira no tiene por qué preocuparse
Como si no fuera suficiente la exhibición que se ha dado acerca de la actuación irresponsable de las autoridades mexicanas, lindando con la ilicitud, los abogados de Humberto Moreira, en España, están presentando como pruebas de su inocencia sendas resoluciones de la Procuraduría de Coahuila y de la Procuraduría General de la República, las cuales, supuestamente, han investigado a Moreira y, adivine usted: lo han exonerado.
Show mediático diluye gravedad de la corrupción
Quizás todos estos escándalos sean parte de la cultura popular de la telenovela, de la Civilización del Espectáculo ---Mario Vargas Llosa---, o del Homo Videns ---Giovanni Sartori---, que en formas diversas dosifican y tergiversan la información tornándola intrascendente e impidiendo, por esos recursos, una reflexión seria acerca de la realidad, limitándose a la mera diversión.
Lo más lamentable acerca de esta deformación de la realidad generada por los Medios, es que se alegue la libertad del pueblo para evadirse, para lo cual le dispensan esa estulticia atractiva o cualquier otro género de adicción placentera.
Ya nos están recetando el consumo "lúdico" de la mariguana, no de las mariguanadas de los Medios a los que ya nos tienen acostumbrados, sino de un paso adelante, del consumo directo de la cannabis.
¿Qué debemos hacer?
Necesitamos exigir a las autoridades que cumplan con sus obligaciones, para lo cual resulta indispensable abatir la corrupción.
Esta es una tarea en la que no podemos cejar, y aprovechando la discusión de la Constitución de la Ciudad de México, y la correspondiente a la renovación o substitución de la Constitución Mexicana, ahora que varios grupos las están promoviendo a propósito del Primer Centenario de la última, en febrero de 2017, aprovechemos para vigilar que se consagre el respeto irrestricto a los auténticos derechos humanos, y se asegure una mejor idoneidad de nuestros gobernantes, así como el diseño de los controles y contrapesos, y las sanciones necesarias para evitar que continúe vigente la corrupción rampante que nos agobia.