Oscar Fidencio Ibáñez
El mundo ha cambiado, y mucho; es más, sigue cambiando a vertiginosa velocidad: las cosas que apenas ayer considerábamos nuevas, ya hoy empiezan a ser obsoletas, y alguna problemática que apenas empezamos a ponderar, está ya en proceso de mutar y convertirse en un nuevo reto. Vivimos pues en la sociedad líquida. Esta realidad cambiante también plantea nuevos retos para la evangelización, y por eso el Papa previene contra la tentación de atender las nuevas demandas con respuestas anticuadas e inerciales.
En esta tercera parte de la reflexión del Papa en la Catedral Metropolitana de México quiero detenerme en su invitación a innovar en la evangelización y a no caer en la parálisis. "¡Ay de ustedes si se duermen en sus laureles!" me recuerda la tentación de la acedia egoísta a la que se refirió en la Evangelii Gaudium: "Llamados a iluminar y a comunicar vida, finalmente se dejan cautivar por cosas que sólo generan oscuridad y cansancio interior, y que apolillan el dinamismo apostólico".
El Papa reitera la rica tradición apostólica de la Iglesia en México, e invita a subir "sobre espaldas de gigantes", refiriéndose a innumerables cristianos que dieron su vida por la evangelización, para "lanzar una mirada amplia sobre el campo del Señor para planificar la siembra y esperar la cosecha". Ciertamente que nos hace falta revisitar las obras de héroes y santos de la evangelización y la civilización en México de todas las épocas.
Desde aquella primera hora, donde los misioneros como Fray Juan de Zumárraga, Toribio de Benavente, Vasco de Quiroga ayudaron a construir la nación mexicana, acompañados por los misioneros de la segunda época que expandieron los límites territoriales, como San Junípero Serra, Fray Margil de Jesús y San Felipe de Jesús, hasta grandes hombres y mujeres que además de evangelizar fueron artífices de la mexicanidad, de la cultura, de las artes y de las obras sociales, como Sor Juana Inés de la Cruz y el Beato Juan de Palafox, y muchos otros que luego en el siglo pasado dieron el testimonio de su sangre en la persecución religiosa y en obras de beneficio social, como la madre Lupita, el Padre Pro, José Sánchez del Río, y tantos santos mártires y beatos más.
El Papa nos recuerda que nuestro "pasado es un pozo de riquezas donde excavar, que puede inspirar el presente e iluminar el futuro". Y nos da alguna clave para poder aprovechar de esta historia y testimonio, sin querer reiterar formas y expresiones que no dan respuesta a las nuevas realidades, por ejemplo: "Los invito a cansarse, a cansarse sin miedo en la tarea de evangelizar y de profundizar la fe mediante una catequesis mistagógica que sepa atesorar la religiosidad popular de su gente".
La catequesis mistagógica supera la simple instrucción doctrinal, para introducirnos al misterio cristiano a través de la vida y la experiencia celebrativa. He aquí pues una clave que nos llama al acompañamiento cercano que permita descifrar sufrimientos y necesidades en los rostros de los hermanos, para poder hablarles de Dios.
Finalmente el Papa nos llama a acortar distancias entre nosotros. "Guadalupe nos enseña que Dios es familiar, cercano"; superar la frialdad, la indiferencia, las actitudes triunfales, "porque la proximidad se llena de la grandeza omnipotente".
Abrevar en la riqueza del pasado, acercarnos a nuestros hermanos y conocer sus necesidades para que en la cercanía se manifieste la presencia de Dios. Estos tres criterios pueden constituir claves para evitar viejas respuestas a nuevas demandas.