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Les ruego especialmente...

ruego especialOscar F. Ibáñez

Hoy quiero retomar la última parte del mensaje del Papa Francisco a los obispos en México, ya que manifestó algunas ideas clave para convertirnos en una comunidad de testigos: "Les ruego especialmente cuidar la formación y la preparación de los laicos, superando toda forma de clericalismo e involucrándolos activamente en la misión de la Iglesia, sobre todo en el hacer presente, con el testimonio de la propia vida, el Evangelio de Cristo en el mundo".

Una de las tentaciones más graves para los agentes de pastoral consiste en el clericalismo, que implica por parte de sacerdotes, religiosos y obispos, buscar que los laicos trabajen bajo sus instrucciones y con énfasis en trabajos eclesiales o asociados al culto, más que en tareas que son responsabilidad de los laicos en el ámbito temporal. Superar el clericalismo implica también evitar la injerencia de la jerarquía de la Iglesia en asuntos que corresponden sólo a los laicos.

Además, el clericalismo incluye la actitud de algunos laicos que no aciertan a tomar su responsabilidad de transformar el mundo, y esperan la conducción de los pastores para realizar trabajos que deben asumir como consecuencia de su fe.

El clericalismo puede ser superado a partir de un estudio de la Doctrina Social de la Iglesia que define los ámbitos de trabajo, la autonomía y los elementos de formación de los fieles laicos.

Recuerdo una anécdota en este sentido: una vez preguntaba a un obispo por qué no se enseñaba Doctrina Social de la Iglesia a los laicos, y me respondió que el problema era que muchos sacerdotes ni siquiera conocen esta especialidad, por lo que les resulta difícil incluirla en su catequesis.

Es pues un asunto de responsabilidad compartida, tanto de los laicos por buscar formarse en este ámbito para desarrollar adecuadamente su apostolado, y por parte de los sacerdotes y religiosos de fortalecer esta formación en los seminarios para que posteriormente pueda ser presentada en la formación de los laicos.

En la última parte de su discurso el Papa se refirió a la necesidad de construir una "comunidad de testigos del Señor", "que la gente de este pueblo ama honrar como Rey", a partir de "sembrar a Cristo sobre el territorio, tener encendida su luz humilde que clarifica sin ofuscar, asegurar que en sus aguas se colme la sed de su gente".

El reciente anuncio de la canonización del niño mártir mexicano José Luis Sánchez del Rio el próximo 16 de octubre, es una buena oportunidad para meditar sobre el testimonio que los laicos estamos dispuestos a dar para recobrar una vida de sana convivencia en paz. La violencia y corrupción que hoy existe en nuestra patria, reclama un testimonio especial de los laicos a la manera en que se expresa en el número 543 del Compendio de Doctrina Social de la Iglesia:

"Es tarea propia del fiel laico anunciar el Evangelio con el testimonio de una vida ejemplar, enraizada en Cristo y vivida en las realidades temporales: la familia; el compromiso profesional en el ámbito del trabajo, de la cultura, de la ciencia y de la investigación; el ejercicio de las responsabilidades sociales, económicas, políticas. Todas las realidades humanas seculares, personales y sociales, ambientes y situaciones históricas, estructuras e instituciones, son el lugar propio del vivir y actuar de los cristianos laicos. Estas realidades son destinatarias del amor de Dios; el compromiso de los fieles laicos debe corresponder a esta visión y cualificarse como expresión de la caridad evangélica".

El Papa concluyó su mensaje exhortándonos a hacer más por los migrantes, primero coordinando esfuerzos entre episcopados de México y Estados Unidos para que los que migran reciban el apoyo de una sola comunidad cristiana que trascienda fronteras, y después "echar el poco bálsamo que tienen en los pies heridos de quien atraviesa sus territorios y de gastar por ellos el dinero duramente colectado; el Samaritano divino, al final, enriquecerá a quien no pasó indiferente ante Él cuando estaba caído sobre el camino (cf. Lc 10,25-37)".