Uno de los temas que más ha manejado el presidente Peña desde su triunfo, en la elección del 1° de julio, es el del combate a la corrupción. La carga que tiene el PRI con esa tradición tan mexicana como las quesadillas, le urge a definirse en el tema de manera incontrovertible; de ahí que anunciara, aún mucho antes de tomar posesión, la formación de una agencia anti corrupción.
Desafortunadamente sus acciones no van de acuerdo con sus dichos, el nombramiento del gabinete, además de una acción ejecutiva y de gobierno, está llena de significados y mensajes. Todos entendemos que Elba Esther Gordillo no tendrá una consideración especial en la SEP, también entendemos que se busca privilegiar el diálogo al incluir a personajes ajenos al PRI, y sin duda muchos otros mensajes que podremos ir desgranando más detalladamente.
Pero hay un mensaje preocupante: Rosario Robles fue claramente señalada por actos de corrupción cuando estuvo al frente del Gobierno del Distrito Federal, y como ella hay muchos en el gabinete que de una manera u otra, en más de una ocasión han sido; sin comprobarles nada, claro está; señalados de actos impropios.
Si de verdad se deseaba mandar un mensaje contra la corrupción, estos nombramientos son señales totalmente equivocadas del flamante presidente, ojalá que hayan cambiado y las intenciones sean otras, pero en lo que vemos esas actitudes, viviremos con la impresión que de ellos tenemos: cochinitos, aviones, viajes, desenfreno en el gasto y favoritismo a ciertos grupos empresariales, ¡a menos que eso no se considere corrupción en estos tiempos!