Oscar Fidencio Ibáñez
Una familia con un hijo enfermo de una atrofia muscular degenerativa, desahuciado; una familia sacada adelante por una mujer, en su condición de madre soltera, estereotipada, marginada y discriminada durante toda su vida; una familia formada por divorciados que han logrado estabilidad e hijos en su nueva unión, que los lleva incluso a dar servicio desde la Iglesia a los más necesitados; una familia numerosa, con los abuelos festejando 50 años de matrimonio y el hijo mayor con su familia ya de 25 años de casado.
Pocos ejemplos genéricos faltarían para describir el mosaico de la familia en México, esa vista a vuelo de pájaro la pudimos contemplar al inicio del encuentro del Papa Francisco con las familias mexicanas en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Es la misma realidad que enfrenta la familia en su complejidad en todo el mundo y para quienes el Papa recién ofreció la Exhortación Apostólica post sinodal Amoris Laetitia.
Muchos niños y jóvenes pueden tomar ejemplo de Manuel que evangeliza en silla de ruedas a sus compañeros a partir de que decidió echarle ganas a la vida, dando el mejor testimonio que un joven puede dar a otro, el amor de Dios manifestado en la comprensión, en acompañar a otros jóvenes con alegría a pesar del propio sufrimiento.
Son muchas las historias de "padres de rodillas ante el hijo que está enfermo" que manifiestan a plenitud el necesario acompañamiento de las parejas para que los hijos puedan dar lo mejor de sí, significan un testimonio diario de amar en tiempos de adversidad, y vaya que en cada familia siempre hay momentos de atender a algún enfermo, aunque solo sea para ayudar o acompañar temporalmente, a niños, abuelos, hermanos y demás familiares, el gesto es poderoso, de rodillas y juntos.
Mantener unida una familia, crecer en fidelidad, unidad y alegría, es una tarea sobrenatural, rebasa las fuerzas humanas que fácilmente se pueden ver abrumadas por los desencuentros, las faltas de caridad, y los problemas diarios, es por ello que el Papa nos recuerda que tenemos un aliado poderoso en ese empeño "lo que el Espíritu Santo siempre quiere hacer en medio nuestro: echarnos ganas, regalarnos motivos para seguir apostando a la familia, soñando, construyendo una vida que tenga sabor a hogar y a familia. ¿Le echamos ganas?"
"Nuestro Padre Dios no sabe hacer otra cosa que querernos y echarnos ganas, y empujarnos, y llevarnos adelante, no sabe hacer otra cosa, porque su nombre es amor, su nombre es donación, su nombre es entrega, su nombre es misericordia." Es una verdadera tragedia no darnos cuenta de que la lucha por la familia se convierte en un asunto sobrenatural, dónde Dios se apuesta fuerte, pero espera nuestra libertad para obrar.
Como si no fuera suficiente trabajar en las luchas cotidianas para mantener el amor y el servicio en la familia, además hay que enfrentar los ataques desde afuera, sobre los cuales con toda claridad el pastor universal Francisco nos previene: "en nuestras sociedades –se dicen sociedades libres, democráticas, soberanas–, se van inoculando colonizaciones ideológicas que la destruyen y terminamos siendo colonias de ideologías destructoras de la familia, del núcleo de la familia, que es la basa de toda sana sociedad".
"Vivir en familia no siempre es fácil, muchas veces es doloroso y fatigoso, pero creo que se puede aplicar a la familia lo que más de una vez he referido a la Iglesia: prefiero una familia herida, que intenta todos los días conjugar el amor, a una familia y sociedad enferma por el encierro o la comodidad del miedo a amar. Prefiero una familia que una y otra vez intenta volver a empezar a una familia y sociedad narcisista y obsesionada por el lujo y el confort".
La lucha por una mejor sociedad es una lucha diaria cuerpo a cuerpo en las familias y frente a los grupos organizados y políticos que se empeñan en debilitarla e incluso destruirla, si queremos dar la batalla y ganar hay que "echarle ganas", esta fue la recomendación y la expresión que el Papa Argentino ofreció a todas las familias en México.