Óscar Fidencio Ibáñez
Un colega me confió algo que en ese momento era secreto: su cuñada estaba considerada para dar un mensaje al Papa a nombre de los demás presos en su visita a la cárcel en Ciudad Juárez; nada era seguro, pero frente a la posibilidad, me pidió ideas para su discurso. Así conocí una de tantas tragedias de familias en nuestra ciudad.
En el contexto de la brutal guerra en la frontera que cobró miles de víctimas en la ciudad, muchas otras tragedias sucedieron: secuestros, extorsiones, robos, fraudes, violencia, injusticias y muchos "daños colaterales" asociados al movimiento del dinero del crimen que afectó a diversas actividades económicas. Una de esas historias es la de Evila y su esposo, joven matrimonio que vive en penales hace más de 5 años, y de su pequeña niña que espera a que salgan de la cárcel.
El Papa llegó como peregrino de paz a celebrar el Jubileo de la Misericordia con los internos y a dar ejemplo de cómo debemos actuar los cristianos frente a las tragedias humanas, a reafirmar "la confianza a la que Jesús nos impulsa: la misericordia que abraza a todos y en todos los rincones de la tierra. No hay espacio donde su misericordia no pueda llegar, no hay espacio ni persona a la que no pueda tocar".
Es muy fácil olvidar la omnipotencia de Dios y pensar que hay lugares como las cárceles a donde su misericordia no puede llegar, o a personas que por su situación o su pasado no pueden ser tocados por la misericordia de Dios. Sin embargo, la familia de nuestra historia ha sido tocada de muchas maneras por la misericordia de Dios. Un testimonio fue su mensaje y el encuentro que tuvo con el visitante de blanco.
En su mensaje a los presos, el Papa Francisco señaló que hemos perdido el tiempo "pensando y creyendo que todo se resuelve aislando, apartando, encarcelando, sacándonos los problemas de encima, creyendo que esas medidas solucionan verdaderamente los problemas. Nos hemos olvidado de concentrarnos en lo que realmente debe ser nuestra verdadera preocupación: la vida de las personas; «sus» vidas, las de sus familias, la de aquellos que también han sufrido a causa de este círculo de violencia".
El Papa nos llama pues a trabajar en nuestras relaciones familiares y comunitarias como una herramienta para evitar los problemas que llevan a la cárcel, a la delincuencia y a las tragedias familiares que se viven cada día en ciudades que no aciertan en dar espacios de convivencia en paz.
Su Santidad hizo propuestas de gestión en las ciudades que las autoridades deberían considerar en sus prioridades de prevención, entendiendo que lo importante va más allá de obras de pavimentación o servicios públicos: "En la capacidad que tenga una sociedad de incluir a sus pobres, a sus enfermos o a sus presos está la posibilidad de que ellos puedan sanar sus heridas y ser constructores de una buena convivencia. La reinserción social comienza insertando a todos nuestros hijos en las escuelas, y a sus familias en trabajos dignos, generando espacios públicos de esparcimiento y recreación, habilitando instancias de participación ciudadana, servicios sanitarios, acceso a los servicios básicos, por nombrar sólo algunas medidas".
Elegir buenos gobiernos que vean más allá de obras de infraestructura es imperativo para mejorar nuestra convivencia; replantearnos soluciones a los problemas de violencia, injusticia e impunidad que tanto daño hacen requiere cambios reales, este fin de semana, muchos ciudadanos decidieron darse nuevos gobiernos como un primer paso en las transformaciones que tenemos pendientes como país.