Desprecio de lo cristiano y la tiranía de las minorías
Pedro de Legarreta Lores
Los creyentes de Cartagena se reunieron el pasado 17 de mayo para hacer "un plantón o arrodillatón como protesta por la medida de suspender la oración en los colegios, escuelas y entidades públicas y privadas de Cartagena". "La Constitución Política de Colombia invoca la protección de Dios", dijo el abogado Héctor Pérez, de la comunidad cristiana La Unción, quien añadió "Colombia es un país que tradicional e históricamente es creyente". En su opinión, todo obedece a "una estrategia que está montada a nivel nacional" contra la religión; "No pueden las minorías imponernos sus no creencias"
Este sentimiento es compartido por cristianos y católicos de todo el mundo, algunas notas periodísticas comparten los siguientes titulares: Adolescentes judíos atacan con piedras a católicos en Misa en Israel; China: Policía impide a católicos asistir a acto de desagravio de iglesia; Pakistán: Secuestran a familiares de abogado de cristianos perseguidos; Musulmanes golpean a anciana cristiana y la hacen andar desnuda en la calle... y podemos poner cientos de ejemplos más. Ante ello existe una gran indiferencia, quizá por la distancia, quizá porque por años han señalado a los cristianos de haber violado por siglos los derechos humanos y ahora nos sentimos incapaces de defendernos por temor a que nos señalen.
Y ante esta indiferencia, ante esta pasividad, la tiranía de las minorías va en aumento, el relativismo sienta sus reales e impone sus juicios y con el pretexto de defender supuestos derechos de unos pocos, se atenta contra los verdaderos derechos de la sociedad, la familia y los niños; la cual además no se puede defender so pena de ser acusada de intolerante.
Aparejados con este relativismo, van el laicismo radical y la ideología de género: El término laicismo puede hacer referencia a dos conceptos. Por un lado, el laicismo se entiende como la separación entre el Estado y la Iglesia o confesión religiosa. En virtud de este laicismo, el Estado no debe inmiscuirse en la organización ni en la doctrina de las confesiones religiosas, y debe garantizar el derecho de los ciudadanos a tener sus propias creencias y manifestarlas en público y en privado, y a dar culto a Dios según sus propias convicciones. Sin embargo, el laicismo es entendido por otros como una ausencia de relaciones. En virtud de este concepto de laicismo, el Estado debe ignorar a todas las confesiones religiosas. Algunas doctrinas laicistas negativas llegan a criticar que los Obispos den indicaciones a los fieles sobre asuntos de actualidad con trasfondo religioso, como el aborto o la eutanasia o la homosexualidad, negándoles así el derecho a la libertad de expresión.
Por otra parte, la ideología de genero rechaza la idea de una sociedad de hombres y mujeres, y considera que esto es un constructo cultural, el cual debe ser superado para dar paso a que el individuo defina lo que quiera ser, independientemente de la biología, lo cual debe ser aceptado y respetado por todos, olvida la fundamental complementariedad del hombre y la mujer, el fin procreativo de la sexualidad y la naturaleza propia de la familia, sustituyéndola por sus propias ideas y constructos culturales.