José Antonio Ortega
Contrario a la creencia de la clase política de que los ciudadanos mexicanos aguantan lo que sea y a la hora de votar premian a quienes los han castigado, el 5 de junio los electores hicieron uso del sufragio de castigo.
El gran castigado ha sido el PRI, que obtuvo sólo 5 de las 12 gubernaturas en disputa, mientras que el PAN ganó las otras 7, resultado que a los primeros en sorprender fue a los propios dirigentes panistas.
El voto de castigo al PRI (que en primer lugar es al gobierno del Presidente Peña) se lo ha ganado a pulso, y si bien hay razones específicas en cada estado, también hay unas que son comunes, de orden general.
La primera razón de orden general del voto de castigo es el alza de impuestos que propuso el Presidente Peña y fue aprobada en 2013, la cual dañó el crecimiento económico, castigó los bolsillos de los contribuyentes e hizo más complicada aún la tributación. ¿Puede a alguien sorprender que el PRI haya sido vapuleado en municipios fronterizos como Juárez (Chihuahua) y Nuevo Laredo y Reynosa (Tamaulipas) después que ese partido y sus aliados aprobaron el aumento del IVA en la frontera?
Las elecciones federales de 2015 hicieron pensar al PRI y al gobierno del Presidente Peña que la afrenta no tendría costo, pero éste vino después en elecciones que son más importantes para el ciudadano común que las federales intermedias: las locales de gobernador.
La segunda razón de orden general es la eficaz campaña de la izquierda para culpar al gobierno federal de los hechos de Iguala y de la desaparición de los 43 normalistas, que significa vender la falsa idea de que la actual administración federal priista es la misma de tiempos de Díaz Ordaz o de Echeverría. Pero esa campaña no habría tenido éxito de no ser por la torpe actuación del propio gobierno federal al traer al enemigo a casa, al haber llamado al Grupo de Interdisciplinario de Expertos Independientes de la CIDH, que no tenían otra misión que trasladar la culpa por la masacre, de políticos de izquierda al gobierno priista.
El Presidente Peña pareciera tener un equipo experto en generar impopularidad a su gobierno y a su partido, ya sea a causa de su política económica, interna o exterior.
Una tercera razón de orden general de los resultados electorales es la ola de violencia del crimen organizado que golpeó a los habitantes de varios estados. ¿Puede sorprender el holgado triunfo del PAN en Tamaulipas, estado agobiado por la violencia y la extorsión masiva y donde los gobernadores priistas se han coludido con los grupos criminales incluido el que está por dejar el poder?
Es de celebrar la sensatez de los ciudadanos de usar el voto de castigo al PRI optando por el PAN, mientras que en 2012 fue a la inversa, y que no se hayan inclinado por la izquierda y en particular por Morena y su proyecto para hacer de México una Venezuela. El pueblo mexicano NO es de izquierda.
Pero vale la pena preguntarse porqué los electores habrán procedido así. Un día después de los comicios la Iglesia católica señaló sin ambages que era injusta e inmoral la iniciativa del presidente Peña para legalizar en todo el país los matrimonios entre personas del mismo sexo. ¿Consideraron esto muchos electores que decidieron dar su voto al PAN que hasta ahora se ha opuesto a tal cosa? NO es una posibilidad para nada remota.
Y de nuevo en abrirle este otro nuevo frente de conflictos (¡cómo si no tuviera suficientes!) y en granjearle más impopularidad, el Presidente Peña debe agradecerles a sus colaboradores. Fue su secretario de salud, José Narro Robles, quien lo presionó para que presentara tal iniciativa. Y Narro ya le prepara otra manzana envenenada al primer mandatario: una iniciativa para legalizar el aborto en todo el país. Con estos colaboradores ¡para que necesita enemigos, Presidente Peña!
El caso de la Ciudad de México es singular. A la elección, la gran mayoría de los capitalinos no acudió: sólo se presentó a las urnas el 28% de los electores, cifra récord de abstencionismo. Y ya sabemos lo que pasa cuando los electores desairan los comicios: de ellos se apoderan los aparatos partidistas, y es obvio que los aparatos más poderosos en la capital del país son los de Morena y el PRD, pues los dirigentes locales del PRI y el PAN han hecho un gran esfuerzo por empequeñecerlos y enchufarse con las autoridades locales.
Este abstencionismo es prueba fehaciente de que la creación del estado 32 no era una causa ciudadana, sino grilla de políticos de izquierda para intentar imponernos una constitución socialista en la capital del país.
Pero ¿cómo los colaboradores del presidente Peña y los dirigentes del PRI (pero también del PAN) fueron tan insensatos como para no prever este resultado cuando aprobaron la creación de la "Ciudad de México"?
Existe la versión de que los pocos electores de la ciudad de México que se presentaron a sufragar también castigaron al PRI y al gobierno federal por el desastre de movilidad creado al reducir los parámetros para declarar pre-contingencias y contingencias ambientales, el restablecimiento del Hoy No Circula obligatorio un día a la semana para todos los vehículos (incluidos aquellos que hacen una contribución ínfima a la polución) y las nueve veces que se ha impuesto el doble Hoy No Circula. No estoy seguro del efecto de la nefasta medida en esta elección en particular, pues muchas personas siguen culpado de ella -equivocadamente- al Jefe de Gobierno. Pero cuando la mayoría de los capitalinos se entere sobre quiénes son los verdaderos responsables les harán pagar la factura.
En efecto, la lesiva medida no es obra del gobierno capitalino sino... del gobierno federal y en particular de dos colaboradores del Presidente Peña: el secretario de salud ¡otra vez! José Narro y el secretario del medio ambiente Rafael Pacchiano ¿Cómo pudo creerle el Presidente Peña a estos señores que la medida absurda le daría popularidad a su gobierno y a su partido y que era necesaria?
Presidente Peña: no cabe duda, algunos de sus colaboradores (no todos por supuesto) están empeñados en llevar su gobierno, en su último tramo, al despeñadero...